Analistas 31/01/2024

El valor de las cosas

Jair Viana
Libertank

¿Cuál es el valor de las cosas? Esta pregunta, aparentemente sencilla, ha sido el origen de innumerables disputas, conflictos e incluso guerras a lo largo de la historia. Vamos a abordar de manera sencilla y amigable qué determina realmente el valor de las cosas.

En Colombia, es común que los padres les den a sus hijos jugo de remolacha durante su crecimiento. La remolacha, una hortaliza de raíz, es conocida tanto por sus hojas comestibles de sabor amargo como por su raíz ligeramente dulce. Se cree ampliamente que el jugo de remolacha beneficia la circulación sanguínea y tiene un efecto depurativo en la sangre, entre otros muchos beneficios.

Para preparar este jugo, primero se compra la remolacha, con un costo aproximado de $2.000. Luego, se limpia y se hierve hasta que se ablanda. Una vez fría, se licúa, frecuentemente con leche y a veces se le añaden moras u otros ingredientes para hacerlo más apetecible. El proceso completo toma alrededor de 80 minutos y cuesta unos $5.000.

Imagina ahora que quieres vender este jugo. Ofreces un vaso por $500 a un grupo de personas. Aquellos a quienes les gusta están dispuestos a pagar, pero los que no, no muestran interés, incluso con descuentos o la oferta de tomarlo gratis. Incluso ofreciendo dinero para que lo consuman, hay quienes se resisten.

Aquí yace un dilema esencial: el jugo de remolacha lleva un coste monetario y 80 minutos de esfuerzo para su elaboración. ¿Por qué entonces para algunos tiene valor y para otros no? La respuesta reside en los gustos y preferencias individuales. Quienes disfrutan del jugo están dispuestos a pagar por él, mientras que para quienes no les agrada, no tiene valor, independientemente de su precio o incluso de incentivos económicos.

Este principio se aplica a todos los bienes económicos. Contrario a lo que Karl Marx propuso en su teoría del valor-trabajo, no es la cantidad de trabajo lo que confiere valor a un objeto. El valor de las cosas reside en la percepción subjetiva de cada individuo, en cómo estos satisfacen sus gustos y necesidades.

De ahí que sea crucial enfocarnos en crear bienes y servicios que sean valiosos para los demás. No es la cantidad de trabajo lo que importa, sino cómo nuestro trabajo satisface y enriquece las vidas de otros, lo que a su vez determina nuestro propio bienestar.

El error del socialismo radica en su mala definición del valor, asumiendo que este es intrínseco. Como Ludwig von Mises señaló: “El valor no está en las cosas, sino en la mente de los hombres que las valoran”. El capitalismo de libre mercado reconoce que el valor es subjetivo y permite que todos creemos valor para los demás a través de nuestras elecciones y acciones individuales.

El capitalismo es un marco de cooperación libre y voluntaria donde todos los participantes tienen la oportunidad de beneficiarse mutuamente, allí, cada intercambio voluntario es una expresión de valor subjetivo, donde ambas partes ganan al satisfacer sus necesidades y deseos individuales. Mientras el socialismo trata de imponer un valor objetivo a los bienes y servicios, ignorando las preferencias individuales. Es este reconocimiento del valor subjetivo lo que hace del capitalismo no sólo un sistema económico eficiente, sino también un poderoso promotor de la libertad individual y la prosperidad colectiva. ¡Viva la libertad!

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