Sánchez de Navarrete, que era clérigo del Rey en el sigo XVIII, decía que todos los males se deben a los impuestos muy altos. Los reyes se tenían que controlar a la hora de pedir impuestos para evitar rebeliones. Los políticos -que son elegidos por el pueblo- aniquilan a los ciudadanos “libres” con impuestos y los hacen esclavos fiscales. La excusa de la deuda histórica arruinará la economía, cabe recordarle a los políticos que si creen tener una deuda histórica, la paguen con su dinero, no con el nuestro, pues los recursos públicos son dinero que previamente ha ganado un ciudadano y cada aventura fiscal de los políticos tiene cargo al contribuyente, quien debe mermar los gastos familiares, para que el político aumente el presupuesto de la fiesta fiscal.
Las empresas pagan 71,3% en impuesto en Colombia, según datos de PwC; los ciudadanos se enfrentan a un incremento en los precios de alimentos de 21,9% como data el DANE en su más reciente informe y los pocos pesos que tienen en los bolsillos, se derriten como chocolatina en verano con una inflación del 11,4%.
Es economía explicada en una servilleta, más impuestos NO significa más recaudo. Un impuesto del 100% no recaudaría nada, pues no habría incentivo a producir, generar empleo y crear empresa. Sin embargo, entre más bajos son los impuestos, mayores son los incentivos para crear riqueza. Los políticos deberían entender que no es lo mismo el 70% de 100 que el 10% de 1.000; el Gobierno debe fomentar un entorno que sea amigable para la creación de empresa y así ganamos todos. Pues al ser un país más rico, ellos podrán recaudar más dinero con menores tasas impositivas y los ciudadanos podremos disfrutar de más bienes y servicios a menores precios.
Acabar con el capitalismo es un despropósito, como bien dijo Ayn Rand -El capitalismo ha sido el único sistema de la historia en el cual la riqueza no se ha adquirido mediante saqueo, sino mediante producción, no por la fuerza, sino mediante el comercio, el único sistema que ha defendido el derecho de los hombres a su propia mente-. Los impuestos, como dirían algunos, se asemejan más a un robo que a la solidaridad.
Para acabar la pobreza, no se pueden acabar las fuentes de creación de riqueza, y son precisamente las empresas las cascadas que han permitido aumentar el bienestar de los colombianos. Más impuestos destruirán esas fuentes de prosperidad social. Parece que el gabinete del Presidente Gustavo Petro, está formulando políticas públicas con el corazón, y no con la razón. El resultado será el mismo al de cualquier primer amor, terminaremos llorando en alguna cantina, con una gran depresión -económica-.
El discurso político sostiene que en Colombia hay muchos monopolios, pero olvidan que monopolio no es que solo exista una empresa en el mercado, sino, que no pueda haber más. Más impuestos significan mayores barreras de entrada para nuevos competidores y la extinción de las empresas más pequeñas, una reforma tributaria altamente confiscatoria, generará precisamente aquello que busca evitar, menos empleo, menos competidores, más informalidad y más pobreza.
Cuando defendemos la libertad económica, la austeridad en el gasto público y menos impuestos; no estamos defendiendo los intereses de los ricos y poderosos de hoy, en realidad buscamos con ahínco que se deje el camino libre a los emprendedores y empresarios que serán los ricos del mañana, personas desconocidas que tienen ideas creativas esperando a ser materializadas para solucionar los problemas más urgentes de los ciudadanos, generar empleos y miles de oportunidades para todos.
Mientras persista la desconexión entre lo que creen los políticos y la realidad que viven los colombianos, no podremos ser un país exitoso. La receta fiscal que se prepara en Colombia, ya se ha probado en muchos países que ahora son miserables. Se supone que es el Gobierno del cambio, pero solo está cambiando la horca por la silla eléctrica.
Qué gran razón tenía Sánchez de Navarrete, todos los males se deben a los impuestos muy altos… ¡No más impuestos!