Exportaciones ni ‘coquette’ ni ‘aesthetic’
Nos falta pelo pa’l el moño para tener unas exportaciones anuales de US$120.000 millones, que estarían más acorde al tamaño de la población de Colombia en relación con el promedio de las ventas externas per cápita que hay en los países de la región. A pocos días de conocer el resultado de 2023, las exportaciones del país van a estar por debajo de los US$50.000 millones.
Nuestra estética e impronta nacional en el exterior está vinculada con sectores tradicionales como café, banano y flores, que han hecho la tarea de comercialización de manera brillante durante décadas, pero debemos seguir en nuestra ruta hacia la diversificación, dado que tenemos potencial exportador en sectores como moda, autopartes, frutas frescas, confitería de azúcar, materiales de construcción, plásticos, productos farmacéuticos, entre otros.
Prevemos que el primer semestre de este año continuará con una tendencia a la baja en las ventas externas del país, por varios factores como la caída en la demanda internacional, las altas tasas de interés, la inflación en algunos mercados y las tensiones por conflictos como el de Israel con Hamás y el de Rusia con Ucrania.
A esto hay que sumarle que, de acuerdo con The Economist, desde lo político, lo que más llama la atención es que es un año atípico, en el que hay votaciones generales, regionales o legislativas en más de 70 países, que suman más de la mitad de la población mundial, donde sobresalen grandes potencias como Estados Unidos, Rusia, y Brasil o actores clave para Colombia como México o Chile.
Sabemos que las votaciones generan zozobra en los mercados bursátiles y económicos y queda la duda de si los que queden a cargo van a tener una política de comercio exterior que le apueste al multilateralismo y al libre mercado o más hacia una corriente proteccionista.
De igual forma, es una alarma que los países hayan impuesto alrededor de 3.000 nuevas restricciones al comercio en 2023, según Global Trade Alert, cuando en 2022 fueron unas 3.200 y 1.100 en 2019.
Por otro lado, para el segundo semestre esperamos que la curva de las exportaciones sea ascendente, con un panorama un poco más claro a nivel internacional. Sin embargo, en Colombia, el trabajo público privado debe abarcar un plan de choque para aportar a ese posible crecimiento.
Un detalle de fina coquetería sería poder avanzar en la modernización aduanera que, sin lugar a duda, sería una herramienta para facilitar la tarea de los empresarios que tienen en su mira a los mercados internacionales. Paralelo a esto, la posible reforma tributaria genera zozobra, por lo que uno sabe cómo entra al Congreso, pero no el resultado final con todas sus modificaciones y si es o no con perjuicios para el tejido empresarial.
Párrafo aparte para esa imperiosa necesidad de contar con tres tipos de seguridades para salir avante con las exportaciones: la ciudadana, la jurídica y la física. La seguridad se ha deteriorado y las empresas empiezan a señalar que ha aumentado el boleteo, la extorsión y los atentados a su infraestructura.
Igualmente, otro tema que acapara la atención es el rendimiento de las agroexportaciones, las cuales son las principales jalonadoras de la canasta no minero energética del país y que han estado de capa caída en los últimos reportes.
Ahí debemos redoblar esfuerzos para que más productos nuestros tengan admisibilidad en Estados Unidos y que sea un proceso más expedito; no como lo que sucedió con el aguacate Hass que se tardó 10 años en lograr su entrada al mercado norteamericano.
De igual forma, el reloj corre rápidamente hacia el 1 de enero de 2025, fecha en la cual empieza a regir la aplicación del Pacto Verde Europeo y que podría complicar la entrada de productos agrícolas colombianos a un mercado tan vital como lo es el de la Unión Europea.
No debemos perder de vista todos estos elementos para que las exportaciones colombianas, en especial las no minero energéticas, puedan llegar a buen puerto y florecer como en años anteriores. La invitación es a fortalecer el trabajo entre el sector público y privado, tanto a nivel central como en las regiones, ya que es el camino más raudo para que Colombia pise fuerte en los mercados internacionales.