Hacerse más y mejores preguntas
Los equipos Tierra, Mar y Aire o Seal son conocidos como la más importante fuerza de operaciones especiales de la Armada de los Estados Unidos. Están conformados por aspirantes que vienen desde otras fuerzas especiales como los Marines, Rangers o la Fuerza Delta. Fueron creados a partir de los fracasos militares de los años 60 y en muy poco tiempo pasaron a convertirse en casi una leyenda. Los equipos Seal son conocidos por su alto nivel de eficacia y silenciosa perfección en sus operaciones militares. Por las características de su trabajo, deben permanecer en continuo sentido de urgencia, además de controlar el nivel de tensión para ejecutar con éxito sus operaciones. Según la literatura en estrategia y liderazgo en el campo militar, solo una pregunta debe hacerse un Navy Seal ante una situación de crisis: ¿Qué puedo controlar en este preciso momento? La respuesta a esta pregunta le permitirá encontrar a cada Seal un foco de acción rápidamente, descartar opciones de manera casi que instintiva y aumentar así sus probabilidades de éxito. Las decisiones se deben tomar en milésimas de segundo.
La mejor manera de controlar nuestras decisiones y de definir y ejecutar nuestros objetivos en lo personal y lo profesional tiene que ver con la calidad de las preguntas que nos hacemos en el día a día. Es común que tendamos a hacer preguntas para mantenernos ocupados, para llegar a zonas comunes o para cuestionarnos sobre temas en los cuales ya tenemos una respuesta predefinida.
En nuestras juntas directivas o comités de dirección es usual hacernos preguntas generalistas sobre temas que no podemos controlar y muchas veces ni siquiera gestionar; muchos involucran lo político o coyuntural y, con ello, invitan más a generar una opinión que a ejercer un plan de acción. Trabajar sobre preguntas mal planteadas implica una incorrecta evaluación de los riesgos que aquejan a nuestras organizaciones; tampoco serán útiles para perfilar mejor nuestros modelos de negocios.
Por el contrario, una buena pregunta nos debe llevar a la acción inmediata o por lo menos a pensar en cómo llevarla a cabo. Asimismo, la falta de acción sobre nuestros propósitos personales se debe precisamente a no tener preguntas de calidad que destruyan los bloqueos que existen en los diferentes aspectos de nuestra vida. Vale la pena preguntarnos con mayor sinceridad y acidez sobre aquellas acciones que podemos hacer de manera puntual y diaria para mejorar. Por ejemplo, sería prudente dejar de preguntarnos por qué gastamos tantas horas en citas médicas y pasar cuestionarnos qué acciones puntuales me pueden llevar a mejorar mi salud. O, de manera más profunda, ¿qué acciones debo cambiar en mi rutina diaria para no tener excesos de alimentación? Y, más detalladamente, ¿qué tipo de ejercicio y con cuánta frecuencia necesito realizarlo para estar saludable después de los 60 años? Lo mismo podríamos hacer con temas como la calidad de nuestro sueño, nuestros hábitos de estudio, nuestra vida familiar, de pareja o nuestro plan de carrera. Es probable que muchos de nuestros sueños y objetivos se hayan visto frustrados precisamente por la deficiencia o el temor de hacernos las preguntas que son necesarias para generar cambios. Forrest Gump ha sido catalogada como una de las mejores películas de los últimos tiempos. Una de sus escenas más recordadas tiene que ver con su paso por el ejército, que parte precisamente de la siguiente pregunta: “Soldado Gump, ¿para qué está usted aquí?”. Su respuesta fue simple, contundente, clara y sorprendente: “Para hacer todo lo que usted mande mi sargento”. -¡Demonios Gump! Es la mejor respuesta que he oído en toda mi vida…”