Analistas 30/08/2022

Interés compuesto en el día a día

Javier Tovar Márquez
Profesor Inalde Business School

Hace tiempo existió un rey en India con un gusto especial por el ajedrez. Disfrutaba tanto de la victoria que esta llegó a convertirse en obsesión y vanidad. Parte de su rutina era retar a los sabios visitantes que pasaban por su reino; nada mejor para el ego que encontrar regocijo en la derrota de otros. Un día, el rey desafió a un viajero a quien ofreció la recompensa que este quisiera pedir si ganaba. El viajero, al ser un hombre sabio, respondió de manera muy simple: si ganaba, quería granos de arroz distribuidos de la siguiente manera: por la primera casilla del tablero, el rey tendría que dar un grano, por la segunda casilla el doble de la anterior, es decir dos granos, por la tercera el doble de la anterior, cuatro granos, por la cuarta el doble, 16 y así hasta cubrir la totalidad del tablero. Sin hacer cuentas, al rey le pareció sensato y decidió avanzar en el juego. El peregrino venció al rey. Sin embargo, la noticia más llamativa llegó en el momento del pago. El rey entregó una bolsa de arroz a su contendor, quien de inmediato la rechazó. ¿Por qué? El crecimiento exponencial de los granos de arroz a lo largo del tablero llevó al rey a cometer un gran error en su negociación: si bien el número de granos era poco representativo en los primeros espacios del tablero: 1, 2, 4 y 16, en el cuadro 21 la totalidad de granos ya alcanzaba los 1.048.576 y tan solo un kilo de este cereal podía tener, en promedio, 30.000 granos. Al finalizar el ejercicio, el rey y el viajero calcularon que este debía entregarle algo más de 18 quintillones de arroz por su triunfo. El rey había perdido su reino.

El interés compuesto es el cúmulo de esfuerzos con respecto al periodo anterior. Desde el ámbito financiero, es el poder de hacer pequeños esfuerzos diarios de reinversión. Sobre el concepto del interés compuesto se han cimentado sectores fundamentales para la economía como el financiero o el de mercado de capitales. Pero, ¿qué pensaría usted si pudiéramos llevar el concepto del interés compuesto a cada uno de los aspectos de nuestra vida diaria? Al igual que el rey de nuestra historia, nos sorprenderíamos con los resultados.

Pensemos, por un segundo, en los beneficios de caminar o ir al gimnasio. No es necesario hacer esfuerzos incrementales de gran proporción en nuestras rutinas para mejorar la calidad de vida. Estos serían los resultados de caminar por 5 minutos todos los días a lo largo de un mes: visto de manera lineal, 5 minutos de caminata por 30 días nos dará algo más de 2 horas de ejercicio en un mes. Sin dudas, será bueno para nuestra salud. Desde la óptica del interés compuesto, adicionar de manera acumulada 10% de esfuerzo a nuestras caminatas diarias (algo más de 50 segundos en los primeros días) hará que en el transcurso de un mes acumulemos ¡87 minutos de trabajo adicional a las 2 horas iniciales! Este es el poder del crecimiento exponencial. Esfuerzos pequeños, incrementales y consistentes pueden ser la respuesta para mejorar muchos de nuestros hábitos.

En un escenario macro, el interés compuesto también puede ayudar a mejorar las habilidades lectoras y de razonamiento matemático de nuestros niños y adolescentes. Tenemos la idea de que solo grandes esfuerzos llevan a grandes resultados, lo cual genera frustración, pérdida de amor por el aprendizaje y, finalmente, abandono. No en vano, fue el mismo Albert Einstein quien llevó a definir el interés compuesto como la fuerza más poderosa del universo.

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