En la sede central de Google, Mountain View, California, descansa un tesoro peculiar: el esqueleto de un Tyrannosaurus rex apodado “Stan”. Stan se alza majestuosamente como un monumento a la curiosidad incesante y al deseo de abrazar lo desconocido que caracteriza a Google. Este imponente símbolo no solo representa la conexión con la antigua maravilla de la evolución, sino que también es un recordatorio: la innovación es una obligación. Incluso los gigantes, ya sean imperios, reinos, empresas, universidades, líderes deportivos o de cualquier otra índole, han desaparecido debido a su incapacidad para evolucionar.
En el mundo empresarial, la toma de decisiones es una tarea incesante. Líderes y gerentes afrontan constantemente una variedad de desafíos que conllevan a un impacto significativo en el futuro de las organizaciones. A menudo, se recurre a enfoques tradicionales como el análisis de datos, investigaciones de mercado y estrategias convencionales para tomar decisiones informadas. Sin embargo, existe una perspectiva interesante y poco convencional que puede enriquecer este proceso: el “Vuja Dé”.
El término “Vuja Dé” es una inversión irónica del famoso “déjà vu”. Mientras que el déjà vu se refiere a la sensación de haber experimentado algo antes, el Vuja Dé implica mirar lo conocido con ojos nuevos. Es una invitación a desafiar las suposiciones y afrontar las situaciones habituales desde una perspectiva fresca, a desafiar las zonas de comodidad y retar las situaciones con una mirada de curiosidad constante e inagotable.
Uno de los mayores obstáculos en muchas empresas radica en la resistencia al cambio. El “Vuja Dé” nos insta a cuestionar estas suposiciones arraigadas y a considerar si existe una forma más efectiva o innovadora de abordar un problema. También promueve la voluntad de cometer errores y aprender de ellos, reconociendo que, a veces, las mejores lecciones provienen de lo inesperado. Abrazar esta mentalidad puede ser la clave para mantenerse relevante y competitivo en un mercado en constante cambio y cada vez más exigente.
Si llevamos esta forma de pensar al ámbito financiero, desafiar las convenciones puede generar resultados significativos. ¿Por qué asumir que ciertos gastos son fijos e inalterables cuando podrían reducirse sin comprometer la calidad o la eficiencia operativa? ¿Por qué depender únicamente de fuentes de ingresos tradicionales cuando podrían explorarse nuevas oportunidades? ¿Por qué mantener grandes sumas de efectivo en reserva cuando podrían invertirse de manera más productiva? ¿Es posible que existan nuevas formas de financiamiento que permitan hacer más eficiente nuestra estructura de capital?
Recientemente, compañías como Tesla han sido capaces de imaginarse el futuro hasta posicionarse como líderes de software que operan en el mundo automotriz, o, los mismos 49’s de San Francisco (el famoso equipo de fútbol americano) han sabido desarrollar e implementar tecnología de punta para su estadio hasta convertirse en una organización experta, ampliando su visión de negocios y, además de un equipo de fútbol, ser un proveedor de clase mundial de tecnología para estadios de todo tipo, generando una fuente estructural de ingresos impensada hasta hace algunos años en su sector.
Al final, aunque el futuro no esté en nuestras manos, gran parte de él sí puede estar en nuestros ojos.