Hace unos días, la Unión Europea dio otro paso más hacia su objetivo de reducción de las emisiones contaminantes, con la aprobación de una directiva que prohibirá la venta de vehículos de combustión a partir de 2035. El Parlamento Europeo ratificó el texto que pone fecha fija al fin de la venta en Europa de autos con motores de combustión interna, así como un calendario de avance gradual con un objetivo intermedio de reducción de 55% de las emisiones contaminantes de los nuevos vehículos en 2030, con una meta de que estas lleguen a cero cinco años después. El calendario de la medida europea coincide con el promulgado por el estado de California que está forzando a la industria a que 35% de los vehículos vendidos en 2026 sean libre de emisiones, porcentaje que deberá llegar a 100% en 2035. Este tipo de medidas, consideradas por muchos bastante agresivas, se espera que generen una transformación importante en los hábitos de consumo y en el desarrollo de las industrias energética y automotriz.
Como pasa con la llegada de cualquier tecnología, se espera que a medida que se produzca una adopción masiva de la misma, se vean afectados puestos de trabajo y ocupaciones tradicionales. No es un secreto que la transformación del sector del automóvil hacia un escenario donde desaparezcan por completo los motores a base de gasolina y diesel, implicará la necesidad de que negocios como los talleres y estaciones de combustible evolucionen o terminen siendo obsoletos. En el caso de los talleres, el amoldarse a la nueva realidad, les permitirá continuar su negocio, aunque se espera una reducción considerable en puestos de trabajo debido a la reducida necesidad de mantenimiento de los vehículos eléctricos. Para 2040, el estado de California proyecta que se perderán casi 32.000 trabajos de mecánica automotriz.
En mercados emergentes donde los “talleres de barrio” abundan y representan un sector importante de la economía informal, a mediano plazo se espera que el crecimiento de la base instalada de autos eléctricos genere un impacto considerable. La mayoría de las actividades que se realizan actualmente en los talleres de reparación de automóviles se verán amenazadas ante la nueva generación de vehículos eléctricos, razón por la cual los actuales trabajadores y propietarios de talleres de mecánica, que quieran mantenerse a flote durante esta evolución tecnológica tendrán que invertir en formación técnica específica para trabajar con vehículos eléctricos, así como en equipamiento y seguridad. Pero al mismo tiempo que se cierra una puerta, se abre otra, se estima que los talleres verán un aumento en la frecuencia de reemplazo de componentes como los neumáticos, debido al mayor peso medio de los vehículos eléctricos respecto a sus equivalentes con motor de combustión y al incremento en el torque de los motores lineal que hace que las aceleraciones sean más rápidas.
Para los operadores de estaciones de gasolina, la evolución pareciera un poco más clara considerando que su principal activo es su localización geográfica cerca de los lugares donde la gente vive o por donde transita, lo cual mantendrá relevancia para la instalación de cargadores eléctricos que en muchos casos serán subsidiados por planes gubernamentales u obligados por ley. Las tiendas adyacentes a estas estaciones podrían beneficiarse con una subida de ingresos, considerando que los procesos de carga, habitualmente de quince minutos a media hora, harán que los usuarios pasen más tiempo y, por tanto, puedan gastar más en servicios que pueden ir desde la tradicional restauración, hasta muchos otros.