Esta vez los contribuyentes estadounidenses vieron esfumarse US$143 millones, parte de un crédito que permitió el funcionamiento de la compañía por los últimos años, los cuales se sumaron a los casi US$500 millones que corrieron la misma suerte cuando la difunta Solyndra, fabricante de innovadores paneles solares cilíndricos tampoco pudo sobrevivir.
El caso de Tesla Motors, otro pionero de la tecnología de vehículos 100% eléctricos es un poco mas alentador, si consideramos que a diferencia de Fisker, gracias a su salida a la bolsa y al esfuerzo de mercadeo encabezado por su fundador, el físico surafricano Elon Musk (fundador de PayPal), Tesla ya pagó un préstamo de mas de US$400 millones al gobierno de Obama y la demanda de su nuevo modelo S está superando la capacidad de fabricación, lo cual demuestra un voto de confianza del consumidor americano hacia la compañía pero mas allá es un aval de la viabilidad comercial de la tecnología. Las cosas pintaban bastante bien para Tesla hasta hace unas semanas cuando aparecieron reportes sobre varios automóviles incendiados debido al rompimiento de las baterías en casos de colisiones severas. El ruido que estos casos aislados ha empezado a generar podría llegar a amplificarse y afectar al imagen que se ha tratado de dar a los vehículos eléctricos sobre su seguridad y confiabilidad. Los defensores de la nueva tecnología, simplemente argumentan que en los autos convencionales, la gasolina podría encenderse con mayor facilidad y se quemaría incluso de manera mas agresiva que una batería. La ventaja que tienen los vehículos tradicionales es que el diseño de los tanques de gasolina se beneficia de 120 años de desarrollo intensivo y de regulaciones sobre la forma de hacerlo seguro, a diferencia de lo que pasa con una industria que apenas está en su infancia.
Una tecnología que transforma una industria centenaria siempre encontrará detractores y defensores, siempre se enfrentará al hecho de que la sociedad no desarrolla su infraestructura en anticipación a las necesidades futuras, es por eso que se necesitan innovadores y en algunos casos “víctimas” y sacrificados para lograr vencer la inercia inherente del mundo. Lo que no tiene discusión, es que los combustible fósiles van a acabarse en algún momento, cuándo llegaremos a ese famoso “pico de Hubbert” no es claro, es por eso de vital importancia la inversión en el desarrollo de tecnologías que nos preparen para ese inevitable futuro.