Para las generaciones anteriores a los millennials, el tener una vida cómoda implicaba trabajar duro para llegar a disfrutar de un gran número de posesiones y propiedades de alto valor económico: casas, carros, fincas, etc. En los últimos años, esto se ha revaluado completamente y las generaciones actuales han acabado por completo con los conceptos tradicionales de lujo, riqueza y logro personal, enfocando sus sueños y objetivos y derivando mayor placer y satisfacción de la vivencia de experiencias enriquecedoras.
Las generaciones más jóvenes han empezado a repensar la necesidad de ser dueños de un carro, porque existen servicios como Uber, o el ahorrar para poder comprar vivienda, porque son tan abiertos a la movilidad que prefieren vivir en arriendo. Lo que si valoran y en lo que invierten una gran parte de sus ingresos es en vivir experiencias de calidad, viajar, descubrir lugares nuevos y conocer diferentes culturas. Este cambio significativo de forma de pensar, enfocado al consumo de servicios de calidad y a la vivencia de experiencias, por encima de la adquisición y tenencia de activos físicos y productos, las empresas que quieran continuar siendo exitosas tendrán que rápidamente adaptarse a nuevos tipos de demanda.
En temas de turismo, los hoteles o restaurantes de lujo y con muchas “estrellas” no son el destino que los millennials están buscando, esta nueva generación prefiere dormir o comer en lugares mas locales, autóctonos, donde se sienten rodeados de la realidad nativa del lugar que visitan. La idea de rentar en lugar de adquirir se ve reflejada en que los jóvenes no entienden el concepto de comprar música o adquirir películas en medios físicos y prefieren los servicios de subscripción o “streaming”.
En el mundo de la moda pasa algo similar como lo afirmó el diseñador Tommy Hilfiger al decir: “Creo que los millennials quieren satisfacciones inmediatas y experiencias, y eso es lo que les damos. ¿Crees que alguien quiere ver un desfile y esperar seis meses para poder comprarlo?”. Es por eso que Hilfiger ha cambiado la forma en que lanza sus colecciones enfocándose en el “see now, buy now” (ve ahora, compra ahora) y haciendo que sus tiendas físicas y virtuales abran los escaparates al mismo tiempo que se hacen los lanzamientos y desfiles, esto porque las nuevas generaciones son impacientes y quieren vivir experiencias que generen satisfacción inmediata.
Esta nueva forma de ver el mundo empieza a generar un nuevo concepto, el de la “Economía de las Experiencias” que trata de entender cómo la experiencia personal del cliente con lo que consume, la valorización afectiva que hace de ello, forma parte de una diferencia a la hora de ofrecer un producto o servicio por parte de las empresas. El concepto de las experiencias personales como motor del consumo no es nueva, en 1999 Joseph Pine y James Gilmore publicaron un estudio que describía la inminente transformación de los valores de la sociedad donde las experiencias y lo vivido tenía mas importancia que lo material.
La necesidad de sentirse involucrado en un evento o de no perdérselo tiene una fuerza increíble en las nuevas generaciones. El sentimiento denominado “Fear of Missing Out (Fomo)” o el temor de quedarse afuera es un motivo de compra cada vez mas importante en un mundo donde las experiencias de vida, si bien son intangibles, tomas forma, se transmiten y se inmortalizan a través de las redes sociales. Es por eso que un evento o un lugar exótico tiene mas valor si es “Instagrammable”.