Analistas 30/10/2013

Taxis 2.0: la evolución del transporte público

Javier Villamizar
Managing Director

El servicio privado de taxis a medida Uber utilizó la misma estrategia que se usó en Alemania, desembarcar en una ciudad con una flota mínima de carros y apoyarse en el mercadeo tipo “guerrilla”, o simplemente en el “boca a boca”, para conseguir más usuarios y así mismo hacer crecer la flota. El particular servicio es una novedad en el universo de los taxis. Ya muchos usuarios del país están familiarizados con el método de pedido de taxis por medio de aplicaciones en sus “smartphones”, mercado dominado inicialmente por empresas como Tappsi. Lo que diferencia a Uber, fruto de su aprendizaje y experiencia en otras metrópolis, es la posibilidad de  elegir qué tipo de auto queremos que nos busque, dar seguimiento el línea al auto y poder efectuar el pago con tarjeta de crédito desde la aplicación, así como un servicio con un carácter más “corporativo” para con los pasajeros.

Lo interesante de aplicaciones como Uber, Tappsi, EasyTaxi, TaxiBeat y otras cuantas que empiezan a proliferar en las tiendas en línea para teléfonos inteligentes a nivel mundial, es la forma en que pueden transformar radicalmente el status quo del sistema de transporte personal, democratizándolo al darle herramientas al usuario para la contratación de los servicios e involucrando a los prestadores de una manera más comprometida, que simplemente siendo parte de una red de usuarios de radioteléfonos como la ha sido hasta ahora. 

La siguiente evolución del modelo es aún más revolucionaria y está encabezada por la firma Lyft,  creadores de una plataforma de transporte basado en relaciones “peer to peer”, es decir una red “punto a punto”, donde alguien con un carro disponible puede ofrecer el servicio de transporte a otra persona que lo esté necesitando en ese mismo momento. El mecanismo es tan revolucionario que en varios lugares de Estados Unidos han empezado a aparecer regulaciones y ya se ha acuñado el término TNC por sus siglas en inglés, que traducen “Compañía de Red de Transporte”, con el fin de definir algunos parámetros de operación de las mismas. El concepto de Lyft es crear un mercado en línea, donde personas que tengan carros particulares y quieran obtener un ingreso adicional pueden ofrecer un servicio de transporte similar al de un taxi, lo que en buen colombiano llamaríamos un “pirata”, o simplemente un taxista sin permiso. Con esta referencia no es difícil imaginar lo complicado y riesgoso que un sistema como este pueda ser, particularmente en economías subdesarrolladas y con altos niveles de inseguridad.  Conscientes de que va a ser imposible luchar contra un movimiento progresista que toma fuerza a cada minuto, varias ciudades norteamericanas han firmado un manifiesto por el que se comprometen a promover que sus ciudadanos compartan bienes entre sí, a tratar de comprender mejor la economía compartida y a formar equipos que velen por el buen uso de estos servicios. Ojalá nuestros gobernantes locales empiecen a ver este tipo de tendencias a nivel mundial y se empiece a preparar el camino para la llegada de esta revolución, que no solo se limita al servicio de taxi sino que se extiende a los servicios de la hotelería y el turismo.