Tribuna Universitaria

Desencanto mamerto

Jerome Sanabria

Cada vez es más común ver académicos, periodistas, políticos, artistas, y ahora, escritores, desencantarse de Petro. Aunque hoy son aplaudidos por su arrepentimiento, ellos tienen cuota de responsabilidad en el rumbo en que anda Colombia.

El más reciente desencantado, el escritor Mario Mendoza, cuya columna en Cambio ha dado mucho de qué hablar, tiene un claro mensaje de desilusión, pero sorprende su idolatría por el Petro de la guerrilla. En 1981, en un colegio de San Cristóbal Sur en Bogotá, en plena invasión del M-19 a la parte alta de la localidad, una niña de 10 años tuvo que hacer una obra de teatro sobre algo representativo del país. Ella escogió liderar al grupo que actuó como el M-19, el ‘Robin Hood’ de la época. Para sus compañeros era normal ver como héroes a estos guerrilleros. Esa niña era mi mamá, quien, por fortuna, en su adolescencia pudo entender que la guerrilla no tenía nada de heroica. Que, en cambio, eran los causantes de tanta violencia en su barrio.

Fueron muchos los niños de los años 80 que crecieron idealizando al M-19. Uno esperaría que con la madurez, como mi mamá, todos hubieran recapacitado, pero no fue así. Hoy tenemos una larga lista de personajes públicos que apoyaron a Petro en campaña, bajo la misma fantasía del ‘Robin Hood’. No es que ahora estén arrepentidos o hayan abierto los ojos. Lo que ocurre es que ya se acomodaron. Esto no es desencanto, es conveniencia.

La historia se repite una y otra vez, pero veamos algunos ejemplos: Alejandro Gaviria, Catherine Juvinao, Jennifer Pedraza, Katherine Miranda, Claudia López, María Jimena Duzán, Julio Sánchez Cristo, Pirry, Alejandro Riaño y ahora Mario Mendoza, por mencionar algunos. Todos ellos no solo votaron por Petro, sino que lo apoyaron e impulsaron. Aquí hay dos grandes responsabilidades: primero, se supone que son personas inteligentes y conscientes. Sabían lo que le esperaba a Colombia si Petro ganaba. No es que Petro fuese un ‘ángel’ antes de 2022 y después del 7 de agosto de ese año se hubiese convertido en un ‘demonio’. La alcaldía de Petro en Bogotá fue un claro precedente de lo que nos iba a suceder, pero estos personajes decidieron hacer la vista gorda y promocionar una imagen heroica inexistente del hoy presidente. Si partimos de la buena fe, podríamos decir que fueron increíblemente ingenuos, pero eso tampoco es cierto.

En segundo lugar, estos supuestos ‘desencantados’, desde su posición pública e influyente ante millones de ciudadanos, decidieron apoyar abierta e irresponsablemente un proyecto narcisista, abiertamente socialista y corrupto. No menciono a otros tantos artistas que apoyaron a Petro porque todavía no han optado por el acomodo. Siguen teniendo el descaro de respaldarlo, a pesar de que no le cumple ni a ellos ni a la cultura del país.

Es lamentable que ahora, cuando ya es demasiado tarde, intenten salvar su reputación, su trabajo, o sus votos, posando de arrepentidos cuando lo único que son es acomodados. El ’desencanto mamerto’ no es más que una estrategia de conveniencia que evidencia su hipocresía.

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