Tribuna Universitaria

La catástrofe demográfica

Jerome Sanabria

Se confirma la tendencia. El Dane reporta que en el primer semestre de 2024 la tasa de natalidad se redujo en 15,2% en comparación con el mismo periodo de 2023. Esta nueva caída ya no sorprende, pero sí preocupa. Así es como surge el problema más grande que enfrentará mi generación: nos estamos envejeciendo y cada vez hay menos jóvenes.

Se trata de la tasa de natalidad más baja de la última década, la pirámide poblacional se está deformando cada vez más. Aunque hace algunos años el Dane había pronosticado que el decrecimiento de la natalidad comenzaría en 2050, la realidad se adelantó 30 años: estamos viviendo esta tragedia desde 2022. Si bien la tendencia es similar a nivel mundial, en Colombia la caída ha sido monumental. Esto es tan grave que la tasa de fertilidad en nuestro país, es decir, el número promedio de hijos por mujer, es de 1,7, mientras que el promedio mundial es de 2,2.

A esto hay que sumar dos factores más: la inmigración y el aumento en la esperanza de vida. Según datos de Migración Colombia, en 2022 alrededor de 550 mil personas decidieron irse, y en 2023, 450.000 colombianos también lo hicieron, sin contar la migración irregular. Esto hace que la base de la pirámide poblacional se reduzca cada vez más. Además, los colombianos vivimos cada vez más tiempo; la esperanza de vida pasó de 74 años en 2022 a 77 años en 2023. Por lo tanto, la pirámide no solo se angosta, sino que también se invierte: hay cada vez menos jóvenes y cada vez más personas mayores.

Esta catástrofe demográfica se traduce en múltiples problemas que ya comienzan a materializarse. Según el Directorio Único de Establecimientos Educativos, en los últimos 18 meses se han cerrado 769 colegios privados. De hecho, en Bogotá, en lo que va de 2024, se han cerrado 26 colegios, entre ellos el icónico Sans Façon, después de 126 años de servicio. Todo esto por una misma razón: no hay suficientes niños. A la larga, el cierre de instituciones educativas significa un aumento en la pérdida de empleos y un impacto directo en la economía.

Consideremos también una consecuencia a mediano plazo: se reducirán sustancialmente las fuerzas laborales. Como los jóvenes cada vez tenemos menos hijos, en el futuro habrá menos trabajadores. Y menos trabajadores indicará, también, menor crecimiento económico y prosperidad.

Y no podemos olvidar lo que sucederá con nuestro sistema de salud: estará cada vez más desfinanciado, pues nos estamos envejeciendo y necesitaremos usarlo con mayor frecuencia. En cuanto al sistema pensional, la pirámide pensional, al igual que la poblacional, se invertirá y no habrá pensiones. Si los futuros mandatarios no enfrentan correctamente esta catástrofe demográfica, seremos los jóvenes los mayores afectados. El reto es grande, más aún cuando se estima que para 2050 26% de la población tendrá más de 60 años. Ojalá los políticos estén a la altura.

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