La última tentación de Petro
martes, 21 de octubre de 2025
Jerome Sanabria
Gustavo Petro no puede resistirse a la tentación de controlarlo todo, incluso lo que no le pertenece. Su obsesión por ejecutar su plan confiscatorio a como dé lugar lo lleva ahora a preparar su último acto: mientras esperamos la decisión de la Corte Constitucional sobre la reforma pensional, ya tiene listo el decreto con el que nacionalizará, por otra vía, nuestro ahorro.
Se trata de un decreto que obligaría a los fondos de pensiones a invertir la totalidad de sus activos en el mercado local. Aunque en julio, cuando el Presidente anunció esta idea confiscatoria, la abordé en “La nacionalización del ahorro pensional”, hoy me enfocaré en las consecuencias de que se haga efectiva.
Lo que pretende Petro se conoce como represión financiera: obligar a las AFP a invertir en Colombia, aun cuando eso implique un menor retorno para el ahorro de los trabajadores al logrado hoy con la diversificación de sus portafolios. En la práctica se trata de un impuesto disfrazado que castiga la inversión y, por supuesto, nuestro ahorro.
¿Usted prefiere invertir en una empresa estadounidense que desarrolla inteligencia artificial o en Ecopetrol? Pues con ese decreto nos tocará, forzosamente, en Ecopetrol.
Veamos un ejemplo. Si en 2015 hubiéramos invertido $1 millón en el portafolio Moderado -que distribuye sus recursos dentro y fuera del país y ha rentado en promedio a 8,1% E.A.- hoy tendríamos $2.379.311. Pero si ese mismo millón se hubiera invertido solo en el mercado local y en TES (bonos del Gobierno para financiar su deuda), con una rentabilidad promedio de 2,8% E.A. y sin diversificación, hoy apenas alcanzaríamos $1.489.882.
Ahora imaginen lo que pasaría si el experimento no fuera con un millón, sino con los más de $470 billones que hoy administran los fondos de pensiones. El trasfondo es gravísimo: como el mercado local es tan pequeño, la mayoría de esos recursos terminarían financiando la deuda pública del Gobierno, comprando TES con precios altos y tasas artificialmente bajas.
Es decir, los fondos no tendrían más alternativa que “prestarle” nuestros ahorros al Estado, con las tasas que el propio Gobierno fije, para que luego se financie y gaste como quiera. Con el riesgo de que en el futuro -y con un agravamiento de la crisis fiscal que atravesamos- ni siquiera los pague. Usarán nuestro ahorro como caja menor de Presidencia.
Y a menos rendimientos, las devoluciones de saldos (situación para 80% de los afiliados a las AFP) quedarán reducidas a chichiguas; las pensiones por capital prácticamente desaparecerán, y paradójicamente el Estado tendrá que poner más plata para completar las pensiones mínimas.
¿Quiénes ganan? Aunque Petro dice odiar a los especuladores internacionales, con esta medida les pone las ganancias en bandeja de plata. Aprovecharán para comprar activos baratos y luego venderlos caros a las AFP, que no tendrán más opción que adquirirlos.
Y, por supuesto, ganará Petro, que usará nuestro ahorro como caja menor justamente en época electoral. Seguimos el mismo camino confiscatorio que tomaron en Argentina en 2008. La tentación de Cristina Fernández es también la última tentación de Petro: expropiar los fondos de pensiones.