Qué mal la pasa un abuelo en Argentina
martes, 10 de septiembre de 2024
Jerome Sanabria
Visité Buenos Aires mientras grabábamos un documental sobre la situación de los abuelos en países que han expropiado el ahorro pensional. La pensión es solo uno de los problemas; la salud también es otro drama.
Al llegar a Buenos Aires, una ciudad que alguna vez fue próspera, me impresionó la influencia europea en su arquitectura y grandes avenidas. En contraste, al hablar con jubilados, su realidad es otra: del esplendor del país no queda más que recuerdos. Hoy, 54,4% de los argentinos vive en pobreza, fruto de malas decisiones económicas desde Perón hasta Alberto Fernández.
Entre 1983 y 1989, bajo Raúl Alfonsín, Argentina sufrió una hiperinflación de 664.801%. Un absurdo. Tras él, los gobiernos no hicieron esfuerzos reales por atajarla, y al contrario. Alberto Fernández, por ejemplo, acumuló 814%: la cifra más alta de hiperinflación en la historia. Esto como resultado de imprimir dinero sin respaldo, controlar precios, aumentar el déficit fiscal y la deuda pública. Con razón Milei llegó anunciando: “no hay plata”.
El peronismo y los kirchneristas condenaron a todos, incluidos los abuelos, a que su dinero perdiera valor, y asimismo sus pensiones que no alcancen para casi nada. Uno de ellos, conductor de Uber, me contó que su esposa recibe $240.000 pesos argentinos (menos de US$200), insuficientes para un mes de comida. Ni hablar de transportarse, compra de medicamentos o acceso a salud.
Cuando Milei asumió, la inflación era de 25,6% mensual. La redujo a 4,2%, todavía alta, pero un logro notable del libertario. Combatir más de 50 años de miseria socialista en solo nueve meses no es fácil; espero que pueda seguir resolviendo el problema económico de los argentinos, pero sobre todo el problema de las jubilaciones y la salud de los abuelos.
El Hospital público San José en Buenos Aires, uno de los más grandes de la ciudad, luce en estado de abandono: humedad, goteras, ventanas rotas, piso roto, sin luz, todo sucio. Pensé que no funcionaba hasta que vi pacientes esperando. En este lugar, digno de película de terror, atienden y operan. Qué tristeza saber que los hospitales públicos como éste son la aspiración en el modelo de salud de mandatarios socialistas como Gustavo Petro. Fue curioso ver allí una pancarta anti-Milei del sindicato. Evidentemente son personas cuya ideología les impide entender la miseria en la que los envolvió el kirchnerismo.
Este hospital está peor que el Hospital San Juan de Dios en Bogotá, abandonado hace más de 30 años. La tarea de Milei no es solo económica; debe también atender la vejez de los argentinos. Muchos abuelos que trabajaron durante años fueron traicionados por Cristina Kirchner cuando les expropió su ahorro en 2008. Hoy, están a la deriva, y además obligados a acudir a hospitales pútridos para ser atendidos. Ojalá que Milei pueda solucionar este y otros problemas sociales que afectan a los argentinos. Confío en él.