Siempre Aliancista
viernes, 19 de diciembre de 2025
Jerome Sanabria
Hace pocos días, mi amado colegio, el Nueva Alianza Integral, cerró sus puertas para siempre después de 46 años de servicio a la comunidad. La razón principal: la catástrofe demográfica que afronta el mundo y que aceleradamente está afectando a Colombia.
Entre 2019 y 2024, según el Ministerio de Educación, 6.263 colegios han cerrado sus puertas para siempre, lo que representa 12% de las instituciones de educación media del país. La cifra coincide con que, según el Dane, desde 2018 la tasa de nacimientos en Colombia viene en picada. Aunque aún no hay datos oficiales de 2025, me temo que el cierre de mi colegio será solo uno más entre miles que se presentarán este año.
El cierre de colegios y jardines no es solo otro efecto de la crisis demográfica; es, a mi juicio, el más grave. El colegio es el lugar donde conocemos el mundo, hacemos nuestros primeros amigos y enfrentamos los primeros retos de la convivencia y aprendizaje. Allí afianzamos nuestros valores y bases espirituales y entregamos los años más moldeables de nuestra vida.
Escribo esta columna desde la nostalgia que me produce que el lugar que más amo en el mundo cierre sus puertas. Hace algunos días entré por última vez a sus instalaciones. Al recorrer la cancha, los salones y el salón de música, recordé los amigos que hice, nuestras incontables conversaciones sobre los adultos que anhelábamos ser y a los maestros que me retaron intelectualmente. También recordé que allí afiancé mis habilidades para tocar guitarra, me enamoré por primera vez, cumplí el sueño de ser personera estudiantil y construí las primeras bases de mi liderazgo.
Tal vez por eso duele tanto. Porque los colegios no existen solo para educar niños, sino para recordarnos -a quienes ya pasamos por ellos- quiénes fuimos cuando todo estaba empezando. Verlos cerrar es también sentir que una etapa fundamental de nuestras vidas se desvanece.
Mi colegio estuvo durante años en el top 20 de los mejores colegios de Bogotá en las pruebas Saber y fue el mejor de mi localidad, San Cristóbal Sur. Ofrecía clases poco comunes en la zona -emprendimiento, programación, expresión corporal, música, cátedra de la felicidad- y aun así era accesible para las familias del sector.
Que hoy cierre sus puertas no es solo una pérdida para los aliancistas; lo es, sobre todo, para la sociedad.
A la rectora Dolly Romero, a las hermanas Romero Vivas, a la coordinadora Dalila Gallego y a la profesora Amanda Cordero les agradeceré siempre por hacerme la persona que soy y seré. Por la formación en valores, por corregirme, retarme y por nunca ponerme obstáculos para cumplir mis sueños.
Lo que leo, la música que escucho, las ideas que tengo y la persona que soy están profundamente marcadas por lo que viví en mi colegio. Y desde el momento en que ocupé el cuadro de honor de “Sabios Aliancistas” en mi primer trimestre como estudiante, supe que quería ser siempre Aliancista.
Aunque el Colegio Nueva Alianza Integral cierre sus puertas, vivirá para siempre en mi corazón, en mi actuar y en mis escritos. Siempre Aliancista.