La Unión Europea (UE), con casi 450 millones de habitantes y un alto poder adquisitivo, es un mercado que Colombia necesita aprovechar mejor en materia comercial. Hoy, alrededor de 15% del total de nuestras exportaciones van a ese mercado, pero necesitamos redoblar esfuerzos.

Sin embargo, para poder dar un salto en materia de exportaciones, es importante reconocer que el marco regulatorio de la UE se está volviendo más exigente y que los exportadores colombianos (o de cualquier mercado no europeo) deben prepararse para poder seguir vendiendo sus productos a esa región. Regulaciones más estrictas en materia ambiental, social y laboral hacen parte, entre otras, del objetivo que tiene la UE de convertirse en una región carbono neutral para 2050.

Por ejemplo, el Parlamento Europeo votó hace pocas semanas a favor del proyecto de Directiva sobre la Diligencia Debida en materia de Sostenibilidad Empresarial (CS3D por sus siglas en inglés), que no solo va a hacer más estrictas las normas que deben seguir las empresas que tengan relaciones comerciales en Europa, sino que va a impactar toda la cadena de valor que estas tienen. Así, un mayorista europeo de productos agrícolas deberá poder certificar que ninguno de los productos que vende ha afectado el medio ambiente o ha sido desarrollado en condiciones laborales deficientes, para mencionar solo dos frentes específicos.

Los exportadores deben prepararse para este nuevo escenario. Aunque es relevante entender por qué estamos tan lejos de otros países similares (como Perú y Chile) en aprovechar los nexos con la UE, parece más importante hoy diseñar planes a nivel sectorial y empresarial para sortear la nueva realidad regulatoria europea. En primer lugar, es importante fortalecer las relaciones con los actores europeos, especialmente aquellos que están en Bruselas debatiendo estas iniciativas al interior de la UE.

En paralelo, también hay que desarrollar una narrativa basada en cifras concretas que evidencien la importancia de los sectores exportadores en nuestras economías y crear alianzas propositivas con los clientes europeos que permitan visibilizar los costos y periodos de transición que pueden requerir regiones menos desarrolladas como América Latina para implementar estos altos estándares sociales, ambientales y laborales. Por su parte, cada empresa exportadora deberá evaluar y fortalecer sus prácticas y políticas internamente para poder enfrentar exitosamente revisiones por parte de potenciales clientes europeos o la misma UE.

Exportar al mercado europeo es una gran oportunidad y Colombia necesita aprovechar al máximo las posibilidades que se han abierto en los últimos 10 años. El nuevo panorama regulatorio, que responde a una sociedad civil cada vez más interesada en temas de sostenibilidad y derechos humanos a nivel global, resultará exigente, pero, al mismo tiempo, presenta una gran oportunidad para las empresas que se adelanten y diseñen una estrategia adecuada. Aprovechar esa oportunidad dependerá de quienes lideran hoy las empresas. Ojalá estemos a la altura del reto y podamos fortalecer relaciones con un bloque comercial tan importante como la Unión Europea.