Analistas 29/05/2023

¿Dólar a $4.000?

Jonathan Malagón
Presidente de Asobancaria

En las últimas semanas la tasa de cambio ha venido apreciándose, presentando en lo corrido del año una variación de -9,6%. Esta cifra ha llamado positivamente la atención de los analistas, ya que ha superado a las registradas por los tipos de cambio de Brasil (-8,3%), México (-7,5%), Chile (-5,8%) y Perú (-3,2%).

Este reciente comportamiento, que contrasta con lo observado en 2022, se explica tanto por factores externos como internos. En el frente internacional, cabe mencionar que las expectativas sobre la finalización del ciclo alcista de tasas de interés de la Reserva Federal ante la disminución de la inflación en Estados Unidos suscitaron un cambio de tendencia en el comportamiento del dólar, el cual se había fortalecido frente a buena parte de las divisas a finales del año anterior.

Respecto a los factores internos debe destacarse que la confianza mostrada por parte de los inversionistas respecto a la institucionalidad y los sistemas de pesos y contrapesos, aunada a la gradual reducción de los déficits fiscal y en cuenta corriente, ha contribuido a que el diferencial cambiario frente a nuestros pares regionales se haya acotado. Este hecho es a todas luces positivo, ya que además de dar cuenta del voto de confianza que nos brindan los inversionistas, permitirá que la inflación converja al rango meta de manera más acelerada y se reduzcan los costos de endeudamiento en moneda extranjera que enfrentan tanto el Gobierno como las empresas colombianas.

Debemos tener presente, sin embargo, que en caso de materializarse una recesión económica en los países desarrollados, en especial en Estados Unidos, podrá generarse mayor volatilidad en los mercados, como parecen descontarlo los agentes al transar los derivados de cobertura cambiaria (forwards) en niveles cercanos a los $4.600 en seis meses.

Dicho lo anterior, cabe pensar que el efecto podría ser temporal si se tiene en cuenta que la Reserva Federal realizaría recortes en su tasa de interés que generarían un aumento de la liquidez global y la llegada de capitales al país, a un punto que no sería descabellado pensar en una mayor apreciación de la tasa de cambio, quizás hasta un nivel en torno a los $4.000.

Este escenario, aunque probable, estará condicionado a que en el frente local se continúen enviando señales positivas desde el Gobierno para preservar la estabilidad macroeconómica, como lo han sido los anuncios para incrementar los precios de los combustibles y el compromiso con el cumplimiento de la regla fiscal.

Entretanto, será necesario que las autoridades den mayor certidumbre sobre los lineamientos de política de la transición energética, más cuando el informe de reservas de petróleo y gas publicado recientemente pone de presente los desafíos en este ámbito. Asimismo, se requerirán mayores discusiones con el sector privado que propicien consensos respecto a las reformas al sistema de salud, de pensiones y al código sustantivo del trabajo, pues estos también contribuirían a atenuar las presiones alcistas sobre la tasa de cambio y las vulnerabilidades de nuestra economía.

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