El Acuerdo de París en 2015, firmado por 195 países, trajo consigo un auge en términos de sostenibilidad. Se reafirmó la agenda a 2030 con la adopción de los 17 ODS, que constituyen la hoja de ruta del desarrollo en el mundo. Asimismo, las naciones más poderosas, y posteriormente el sector financiero a través de Gfanz, asumieron el compromiso de alcanzar cero emisiones netas a 2050 para limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2°C. Nos encontrábamos en un auge en sostenibilidad.
Sin embargo, en los últimos meses, el péndulo ha cambiado de dirección. Los agentes globales están retrocediendo en su insistencia por impulsar la agenda de sostenibilidad. El movimiento del péndulo ahora nos ubica en un momento de recesión en sostenibilidad. Este fenómeno está marcado por una creciente fragmentación geopolítica, que también ha impactado al sector bancario dada la caída de 40 % de los activos suscritos a la Net-Zero Banking Alliance en un solo año. De igual manera, por evitar el escrutinio público las empresas del mundo están cayendo en el llamado “silencio verde”. Y estamos experimentando un backlash DEI o reacción adversa a los principios en diversidad, equidad e inclusión, evidenciado, entre otros, con el cierre de Usaid.
En Colombia, no solo hemos sido partícipes del auge en sostenibilidad, sino que mantenemos el compromiso más fuerte que nunca, y desde la banca hemos liderado este movimiento en el sector privado. Tres años antes del Acuerdo de París firmamos el Protocolo Verde y seguimos avanzando en la construcción de acuerdos con la firma del Protocolo Social en 2024. Hemos promovido que la sostenibilidad se incorpore en los procesos de toma de decisión en los más altos niveles, por lo que constituimos la Junta Estratégica de Sostenibilidad y desarrollamos capacitaciones a miembros de juntas directivas en estos temas.
En el proceso hemos innovado constantemente. Construimos herramientas que facilitan la incorporación de la sostenibilidad en los distintos ejes del negocio, tales como la Calculadora NetZero de emisiones financiadas y las diversas guías de gobernanza, derechos humanos, gestión de riesgos, entre otros. Y, más recientemente, lanzamos el primer Sistema Nacional para la Biodiversidad y la Adaptación.
A pesar de los logros alcanzados, que han permitido que hoy contemos con una cartera sostenible de $134 billones, la tendencia global se consolida como un riesgo a estos avances. Tenemos que actuar para contener el movimiento del péndulo. Desde la banca proponemos un nuevo ASG de Armonizar, Sustituir y Generalizar. Debemos Armonizar la excesiva cantidad de reglas de reporte que obstaculizan el desarrollo de las finanzas sostenibles y se han convertido en una especie de torre de babel. Debemos, también, sustituir los fondos de cooperación que dejaremos de recibir por otras fuentes de financiamiento. Por último, debemos Generalizar los temas de sostenibilidad al sector real y a las MiPyme, el componente fundamental del tejido productivo colombiano, a través del desarrollo de sistemas de información robustos, como los inventarios de huella de carbono que se están implementando en Brasil.
La banca colombiana, a través de acciones concretas con impacto profundo, reafirma su compromiso con no dejar que la recesión en sostenibilidad llegue al país. Tenemos que seguir trabajando juntos: entidades financieras, gobierno, sector real, sociedad civil y cooperantes. La agenda de sostenibilidad en Colombia está y seguirá más vigente que nunca.