A pesar de los avances tangibles y logros concretos del sector financiero en Colombia, persisten narrativas que distorsionan su verdadero papel en la economía y en la sociedad. Muchas de estas no son consistentes con un análisis riguroso de la realidad. Como resultado, se invisibilizan los aportes concretos de la banca al bienestar y al desarrollo nacional.

Una de las afirmaciones más persistentes es que la banca no genera valor agregado. Esta idea desconoce el papel central que cumple el sistema financiero en toda economía moderna. La banca transforma el ahorro en inversión, permite una asignación más eficiente de los recursos, reduce los costos de transacción y administra el riesgo de manera profesional. Al conectar capital con oportunidades reales de crecimiento, la banca se consolida como uno de los mecanismos más potentes de creación de valor y generación de riqueza en las sociedades contemporáneas.

Detrás de cada vivienda que se construye, cada negocio que crece y cada empresa que innova, está la banca, haciendo posible que las ideas se conviertan en progreso real para Colombia. El sector financiero participa activamente en las grandes transformaciones del país. Uno de cada cinco pesos invertidos en innovación proviene de la banca. Lo propio ocurre en infraestructura, donde uno de cada cuatro pesos de los proyectos de APP es desembolsado por el sistema financiero.

Hoy en día, ocho de cada diez colombianos pueden acceder a vivienda nueva gracias al sistema financiero. Así se crea valor en la economía, canalizando el esfuerzo de unos, a través del ahorro, y convirtiéndolo en oportunidades productivas para otros. Esa es precisamente una de las funciones más decisivas del sistema financiero, movilizar el ahorro nacional hacia la innovación, la expansión empresarial y la generación de empleo.

Esa capacidad de conectar capital con oportunidades se refleja en resultados concretos. Históricamente, el sector financiero ha contribuido directamente con 0,26 puntos porcentuales al crecimiento anual del PIB, lo que representa 12,5% de la variación total. Es más, tomando como referencia análisis y estudios producidos por el Ministerio de Hacienda, su contribución va más allá del valor agregado directo. Cada peso generado por el sistema financiero genera indirectamente un impacto adicional de 1,7 veces en el resto de la economía. Una banca más activa fortalece el crecimiento, potencia la productividad y amplía las oportunidades en toda la economía.

El aporte de la banca tampoco se limita al sector privado. Su papel es clave en la eficiencia del Estado. La trazabilidad de las operaciones y la disponibilidad de información confiable han mejorado el recaudo tributario, fortalecido la fiscalización y facilitado la formalización.

Además, la banca ha sido fundamental en la ejecución de la política social, conectando a millones de hogares colombianos con programas de asistencia del Estado. Gracias a la inversión constante en herramientas tecnológicas, como las billeteras digitales, los recursos públicos llegan con mayor agilidad y precisión a quienes más los necesitan, facilitando la entrega de subsidios y fortaleciendo los mecanismos de protección social.

También es un instrumento de equidad. Ha democratizado el acceso al crédito mediante canales digitales, corresponsales bancarios y productos diseñados para poblaciones vulnerables. Ha llegado a zonas rurales, municipios apartados y hogares históricamente excluidos. Hoy, más de 96% de los colombianos adultos accede a por lo menos un producto financiero, y 51,2% cuenta con crédito formal. Esta transformación estructural ha contribuido a cerrar brechas, ampliar oportunidades y promover una economía más inclusiva.

La banca no es un actor pasivo ni marginal, es un engranaje esencial del desarrollo y un motor fundamental de creación de valor. Reconocer su papel no es un gesto simbólico, es el punto de partida para aprovechar todo su potencial al servicio del país.