Se habla de cultura de pago para referirse a las prácticas, actitudes y comportamientos de los consumidores financieros en relación con el pago de sus créditos. Alguien con cultura de pago gestiona responsablemente sus deudas, comprende los términos y condiciones de los productos, cuenta con capacidad de planificación financiera y es puntual en los pagos de sus cuotas.
Es una cultura que, desde luego, hay que promover, y por ello se ve hoy con preocupación que, desde hace un tiempo, se estén presentado sucesos y conductas que perjudican estos hábitos, buscando demostrar, erróneamente, que pagar no es lo correcto.
De hecho, la cartera vencida representa actualmente 5% de la cartera total, nivel atípico luego de la crisis de 1999 y que solo se había presentado en el primer año de la pandemia.
Reconociendo que el ciclo de desaceleración económica ha afectado, naturalmente, la capacidad de pago hogares y empresas, existen otras tres razones que han contribuido a esta situación y que están asociadas al detrimento de la cultura de pago.
La primera se asocia a cambios normativos que han afectado el historial crediticio, fundamental para conocer a los consumidores financieros, como la Ley 1266 de 2008, que estableció el habeas data y reguló el manejo de la información contenida en los burós de crédito; la Ley 1564 de 2012, que flexibilizó los requisitos de insolvencia de persona natural no comerciante; los Decretos Legislativos 560 y 772 de 2020 y Decretos Reglamentarios 842 y 1332 de 2020, que hicieron lo propio en insolvencia empresarial; y la Ley y 2157 de 2021, que fortaleció el habeas data y estableció un régimen de transición conocido como ”borrón y cuenta nueva”.
Se suma, también, el cambio normativo en la contactabilidad, pues la Ley 2300 de 2023 limitó los canales, el horario y la periodicidad en la que las personas pueden ser contactados por las entidades vigiladas por la Superintendencia Financiera y todas las personas naturales y jurídicas que adelanten gestiones de cobranzas.
La segunda razón está en las campañas de empresas reparadoras de pago, que han diseñado productos que buscan resolver los problemas de sobreendeudamiento de los clientes. Algunas de estas entidades incitan al no pago con la promesa de brindar beneficios muy sugestivos para las personas, como descuentos de 70% y 100% de la deuda luego de un tiempo de mora, ocultando las implicaciones que esto tiene en su historial crediticio.
Finalmente, la tercera razón se encuentra en algunos influenciadores que replican insistentemente la popular consigna de que incumplir con las deudas no afecta el acceso a los créditos que ofrece el sector, ocultando las consecuencias de esta promoción y provocando que los consumidores terminen incurriendo en mayores costos y, en el peor de los casos, en la exclusión definitiva del sistema.
El sector financiero, contrario a lo anterior, está convencido de que pagar sí paga, no solo por la salvaguardia del ahorro de los colombianos, sino porque permite que las personas y empresas puedan seguir accediendo a crédito para cumplir sus sueños. Por eso, la apuesta se encuentra en mayor educación financiera, que contribuya no sólo a evitar el nocivo sobreendeudamiento, sino a desmentir las falsas afirmaciones de influenciadores y reparadoras de pago y alertar sobre las consecuencias de no mantener un buen historial crediticio.
¡Pagar sí paga!