Analistas 15/05/2023

Un alivio para el bolsillo

Jonathan Malagón
Presidente de Asobancaria

La inflación ha marcado el panorama económico durante los dos últimos años y la espiral alcista en los precios, cuyo inicio pudo identificarse en abril de 2021 debido a factores de oferta y demanda. Supuso hondas preocupaciones, más cuando los niveles que observamos en el país superaron a los de pares regionales como México, Perú y Chile. Por ello, el registro de abril (12,82% anual), que representó un nivel menor a 13,34% observado en marzo, representó una noticia positiva para el bolsillo de los colombianos, y en particular para los segmentos más vulnerables de la población, pues son estos últimos lo que han enfrentado mayores dificultades para adquirir bienes y servicios de primera necesidad.

Este comportamiento en los precios se asoció principalmente a la dinámica en el rubro de los alimentos, que si bien presentó una variación anual elevada (18,5%), dista de manera importante con el pico de 27,8% observado en diciembre de 2022. El resultado, marcado por la reducción mensual de los precios del tomate (-13,2%), la cebolla (-10,7%), las papas (-8,8%) y naranjas (-4,5%), se vio explicado por la disminución en los precios de las materias primas y fertilizantes, la incipiente normalización de las condiciones climáticas después del paso del fenómeno de La Niña y la postura del Banco de la República, que al continuar su ciclo alcista de tasas de interés hasta 13,25%, ha atenuado las presiones de demanda y moderado las expectativas.

A pesar de este comportamiento positivo, los precios en los componentes de regulados y servicios, cuyas variaciones anuales bordearon 15,3% y 9,0% anual, respectivamente, se incrementaron frente a meses anteriores y ponen de presente que los sesgos inflacionarios asociados a factores como la indexación, supondrán una convergencia muy gradual hacia la meta del Emisor. Sobre este punto cabe destacar el comportamiento de la inflación de combustibles (22,9% anual), que se vio impulsada por el aumento en los precios de la gasolina corriente que realizó el Gobierno en aras de fortalecer las finanzas públicas. Frente a esta medida, que si bien es cierto puede afectar de manera transitoria el bienestar de los hogares, se debe sincerar el debate y reconocer su carácter responsable.

Ahora bien, en lo que resta del año se espera que las presiones inflacionarias y la capacidad adquisitiva de los hogares mejore progresivamente, hecho que lejos de llamar a la complacencia, implica que debemos redoblar los esfuerzos para anclar las expectativas con mayor celeridad, más cuando los niveles de inflación que enfrentan la población pobre (12,98%) y vulnerable (13,16%) superan el promedio nacional.

En este sentido, será necesario que las autoridades trabajen junto al sector privado para diseñar medidas que abaraten los costos de los insumos agrícolas e industriales, a la vez que mitiguen los posibles efectos del fenómeno del niño venidero. Entretanto, será fundamental que desde todos los niveles de Gobierno se den señales de compromiso con la estabilidad macroeconómica, ya que estas pueden reducir las presiones alcistas sobre la tasa de cambio y, con ello, las que enfrentan los precios de los bienes importados.

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