4G no fue una generación de tecnología móvil más, fue el comienzo de una reforma civilizatoria, un universo de conectividad digital masiva y algo no visto: transformación digital.

Cuando Barack Obama entró como presidente de Estados Unidos -BlackBerry en mano- todas las plataformas digitales no tenían más de 200 millones de usuarios en sus escritorios. Cuando Obama salió como presidente, todas las plataformas tenían arriba de 2.000 millones de usuarios móviles.

La red era 100 veces más rápida que 3G, las telecomunicaciones se transformaron en mercados y éstos se volvieron globales. Las externalidades económicas fueron enormes. Nació la era del acceso: todos quieren el acceso a fondos de catálogos de propiedad intelectual. Nadie quiere la propiedad de CDs, DVDs o libros; quieren el acceso a Spotify, Kindle, Netflix o la nueva plataforma de contenidos.

Esta generación ya no quiere la propiedad de nada, incluido autos o casas. Quieren el acceso a inmuebles, espacios, Airbnb, DiDi o Uber. Esta generación nace con la economía colaborativa como forma de generar nuevos negocios, competitividad, empleos y bienestar. Una plataforma que intermedia oferta-demanda y se generan ingresos o negocios.

4G, a 12 años de su nacimiento, presenta una última generación de externalidades, las denominadas Fintech, la banca digital, dinero digital, criptomonedas, BlockChain y un proceso acelerado de transformación digital en todas las áreas de la sociedad.

4G generó un inevitable ecosistema de permanente innovación que evoluciona compulsivamente. Las cadenas de valor y los modelos de negocio se transforman de forma sistémica para todas partes. Si esto sucedió con 4G, imaginemos lo que sucederá con 5G. Quien llegue primero, ganará nuevos mercados o mejorará algunos existentes, se generarán nuevas externalidades y modelos de negocio. El mundo Meta, uno de ellos.

Pero para eso se necesita una sociedad gigabit y 5G. Sin infraestructura, la sociedad digital es una promesa. 5G será, en principio, 100 veces más rápido que 4G y necesitará 10 veces más fibra óptica y radiobases de todos tipos y tamaños. Mucha más infraestructura digital.

América Latina comenzó su proceso. Hace más de un año Chile lanzó la primera licitación 5G de la región. Todos los operadores han comenzado con una oferta sin tregua, incluso en las zonas más alejadas como Magallanes, junto a un despliegue sorprendente de fibra óptica y cables submarinos. República Dominicana sorprendió con una agenda digital social y económica notable. Brasil preparó la más robusta licitación 5G vista en América Latina, con los precios del espectro radioeléctrico más bajos de la región y un movimiento denominado Antene-se, donde mas de 160 municipios brasileños han modernizado sus leyes de antenas para facilitar la implementación y expansión de las torres y antenas. México lanzó 5G a principios de año.

Colombia enfrenta el dilema de conectividad y competitividad. No son excluyentes si se abate el precio del espectro y se abaten las barreras regulatorias para desplegar infraestructura en departamentos y municipios. Andicom y el Taller de la CRC que se celebran esta semana en Cartagena son el espacio para debatir el futuro digital de Colombia.

Podrán cortar todas las flores, pero no detendrán la primavera, la primavera digital de Colombia 5G.