Día de muertos: espectro y chips
¡Asústame, panteón! El día de muertos, Halloween y diversas festividades en el mundo, cercanas a los días 31, 1 y 2 de noviembre, se encuentran a la mitad, entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Hablo de tradiciones que se celebraban en Roma, Grecia, diversas partes del mundo y distintos momentos de la historia.
La cultura tiene el fascinante poder de transformar observaciones astronómicas en interpretaciones culturales que definen nuestra civilización. La vida y la muerte, la oscuridad y la luz, como una épica infinita, en la cual los humanos somos frágiles y figuras expectantes. Esta épica universal se refleja en el espléndido mural de Rufino Tamayo, Dualidad, de 1964, que se inspira en la cosmogonía prehispánica de los opuestos y complementarios para generar vida. El día es una serpiente poderosa que se aproxima a su opuesto con un sol en lo alto y la boca abierta. La noche es un jaguar, sobre un fondo azul y frío, con la luna descendiendo. Frente a frente comienzan una lucha eterna. Nosotros frente a ellos, sólo podemos observar la fragilidad de nuestra existencia.
“¡Diles que no me maten!” Evocando a Juan Rulfo, reclamamos el derecho de millones de colombianos a la vida digital y cancelar una condena a la marginación y la muerte digital. La conectividad universal y la vida digital se va a lograr con el sector en su conjunto. Los altos precios del espectro inhiben la inversión y el desarrollo de todo el ecosistema digital. Todas las empresas unidas, amigas y adversarias, buscando un objetivo: la vida digital.
El espectro más querido este día de muertos es, sin duda, el “espectro radioeléctrico”, que habilita la economía digital, el desarrollo económico, la competitividad, la innovación y los derechos humanos.
Toda persona muere, no toda persona vive. Nadie hablaba de ellos. Estaban presentes, pero nadie los conocía. Vivían, pero eran invisibles. Almas diletantes que daban vida digital a la conectividad, al cómputo y la transformación digital. Como Nigromantes, un día establecieron contacto con el mundo real y se les vio, vimos su rostro e importancia para la vida digital. Los procesadores, los chips, fueron reconocidos en el mundo real y se comprendió que sin ellos no hay vida digital, no hay sociedad digital. Los chips, como el alma de los muertos, nos dan esperanza.
Para todo hay maña, menos para la muerte. La marginación es el olvido, un desprecio a la vida, a la oportunidad. Los ciudadanos desconectados son personas sin imagen, sin rostro y su fragilidad los desvanece frente a nuestra realidad. La marginación digital, se roba la oportunidad de la vida digital y la resurrección a los derechos humanos, la educación, la cultura, al comercio digital, la innovación y la competitividad. No hay olvido más profundo y grotesco que el olvido digital.
El nuevo gobierno de Petro ha dotado de alma y vida al Ministerio TIC, con los nombramientos de la ministra y la mayor parte de su equipo, por eso, en este día de muertos, les deseamos la luz necesaria y el alma del espectro radioeléctrico, para que los acompañe en su labor de dar vida digital a los que la esperan en los rincones mas obscuros y alejados de Colombia.
Los muertos se van cuando el olvido los sepulta. Recordemos a los desconectados, los no nacidos en el mundo digital.
Alejandra, hermanita hermosa, te recuerdo con amor.