La ruta digital: la Nao de China
La Nao de China o Galeón de Manila, era el nombre de la ruta que recibía las naves españolas que realizaban el trayecto entre Filipinas, en Asia, y los nuevos virreinatos de América. Cruzaban el océano Pacífico una o dos veces al año.
El comercio entre América y Asia fue parte de los esfuerzos por construir una economía en el océano Pacífico que llegaba hasta el puerto de Cádiz, en España. Una aproximación a la moderna economía global que integraba la economía del Atlántico y del Pacífico, pero en los siglos 17, 18 y 19.
Europa es sede del más importante evento tecnológico del mundo, el Mobile World Congress, celebrado en Barcelona, España. Estados Unidos tiene el Consumer Electronic Show en las Vegas y, ahora Asia, celebró el MWC Shanghai, en China.
Las luchas históricas por la economía en el mundo ahora son digitales. Hablamos de La Ruta de la Seda Digital para el caso de China; de las Big Tech para Estados Unidos y de la pelea frontal por regular todo el mundo digital que presenta Europa en su conjunto. Estados Unidos atento a la expansión de las empresas tecnológicas chinas y manteniendo su liderazgo en chips e inteligencia artificial.
China, tratando de exportar su infraestructura tecnológica y servicios. Europa, buscando aliados en su cruzada por una regulación de la tecnología, bajo valores éticos y democráticos.
La Nao de China llevó cacao, cacahuate, jitomate, papas, chiles y plata a Asia. De Asia nos enviaron variedades de chiles rojos, mango, mandarina, té, vajillas de porcelana, marfil y telas como la seda. El intercambio de productos no fue solo físico, sino cultural.
Estilos de vida que siguen hasta hoy. Como las vajillas y estilos de porcelana locales a lo largo de Latinoamérica e incluso Brasil, demuestran una poderosa construcción cultural mestiza que se expresa de forma distinta en México y América Latina. Los azulejos portugueses tienen una inevitable influencia asiática y hay que recordar que ellos dominaron los territorios de Macao.
Para efectos tecnológicos, el efecto muralla digital, regulatoria y política se construye cotidianamente generando víctimas en cada región. Se pierden mercados, oportunidades de negocio, creación e innovación conjunta, pero, sobre todo, nace una cultura de la desconfianza.
En las últimas semanas, un par de visitas norteamericanas han despertado esperanzas sobre oportunidades entre China y Estados Unidos. El secretario de Estado, Antony Blinken, en un viaje a China, señaló: “vine a Beijing para reforzar los canales de comunicación de alto nivel … y para explorar áreas en las que podríamos trabajar juntos en nuestros intereses coincidentes”.
“Eso significa invertir en nuestras propias capacidades y en cadenas de suministro seguras y resistentes… y proteger nuestras tecnologías críticas para que no se utilicen contra nosotros”, afirmó.
Por su parte, la Secretaria del Tesoro Janet Yellen, al visitar China, dijo que “su visita tiene como objetivo establecer y profundizar los lazos con el nuevo equipo económico de China y reducir el riesgo de malentendidos”.
Algo positivo pasa. Europa quiere dialogar y busca aliados, mientras China y EUA conversan al mas alto nivel en materia tecnológica. Mientras tanto, la nueva economía del mundo está en el Pacífico, como hace 500 años lo inaugurara aquella jornada épica de los Galeones de Manila, mejor conocida como La Nao de China.