No hay herramienta más poderosa de transformación social y para combatir la pobreza que internet y los servicios de telecomunicaciones. No hay igualador social más importante que la inclusión digital. Y no existe mayor bienestar humano que el bienestar digital.

La inclusión digital es la puerta a una nueva sociedad; y esta es hija de la primera revolución digital de nuestra civilización.

Acaba de tomar posesión el nuevo ministro TIC de Colombia, Mauricio Lizcano. Un servidor público de sólida trayectoria política, inestimable experiencia parlamentaria y robusta formación académica. Un político colombiano de peso completo. Su nombramiento obsequia potencia política al diseño de la agenda digital comenzada, agrega visión de Estado y prioridad social al arranque de la ruta digital de Colombia.

El presidente Petro ha demostrado su confianza en el sector digital y se integra a las izquierdas digitales de América Latina como la brasileña y la chilena.

Colombia digital
Colombia es el líder del debate digital en América Latina. Como pocos países, tiene la capacidad de convocar, provocar y debatir el universo digital. He sostenido que existe en Colombia un inevitable liderazgo en la conversación digital que se ha vuelto epidémica en toda la región.

Frecuentemente, su apasionada provocación lleva a los límites, la búsqueda de nueva, mejor política y regulación digital. Colombia sabe que con la tecnología va a acelerar el desarrollo social, mejorará su economía, la educación, la salud, la cultura y la seguridad. Tiene urgencia y ve lejos.

Debe saber el nuevo ministro que en América Latina se quiere y se quiere bien al Ministerio TIC, es una referencia vital y un marco a superar regionalmente, sobre todo cuando se desmantela la institucionalidad y se olvida la política digital en algunos de nuestros países. El equipo del MinTIC es uno de los más especializados de la región. Mujer por mujer, hombre por hombre, el Ministerio es formador de una generación de profesionales únicos en América Latina.

La paradoja colombiana
Colombia cuenta con uno de los sistemas de competencia más complejos de la región, caracterizado por el ingreso promedio por usuario más bajo (Arpu), el segundo precio del espectro más caro, una devaluación promedio de 30% y la mayor cantidad de empresas públicas y privadas de América Latina, asociadas entre sí o compitiendo, con uno de los pasivos laborales más altos de la región, generando una distorsión sistémica a la que se ha acostumbrado el mercado.

Mientras la consolidación en el mundo de las telecomunicaciones es una realidad, Colombia preserva su visión europeísta de muchos operadores y más empresas públicas. Esto le ha dado terribles dolores de cabeza. Brasil tiene solo tres operadores, México dos, Estados Unidos tres y China tres.

La agenda de Colombia pasa por la consolidación del sector, repensar las empresas públicas, la licitación 5G y una urgente promoción regulatoria para el despliegue de fibra óptica. Sin fibra no hay 5G ni inclusión digital.

Colombia seguirá siendo el espacio para la conversación de la política y la regulación digital latinoamericana. Pero la gran oportunidad es que la lírica imaginativa de Colombia se exprese en una épica, termine por conectar a los desconectados y proyecte la innovación, la competitividad global de este entrañable país, con una poderosa visión 5G.

Bienvenido, señor ministro.