El Presidente Iván Duque llega a la mitad de su mandato y el balance de su primer tiempo, para hablar un poco en términos deportivos, es algo más que preocupante. En dos años ha tenido la oportunidad de avanzar en proyectos y programas importantes para el país, pero también, hay que decirlo, quedan pendientes muchas iniciativas que no han despegado y que el panorama de mediano plazo muestra que ya no van a despegar. Para ser justos ningún mandatario del planeta estaba preparado para la pandemia del coronavirus. Duque tuvo que improvisar como todos. Se demoró en decisiones, tomó bien otras, ha sido ambiguo en algunas y lo que es más complicado de manejar: ha tenido que lidiar con toda suerte de intereses políticos, económicos y sociales que se le cruzan todos los días.
El equipo de gobierno ha brillado parcialmente con ejemplos de funcionarios muy propositivos, de perfil técnico y muy gerencial. Hay otros miembros del Gobierno que están ahí como de paseo y brillan por su ausencia. Para el segundo tiempo, Duque deberá cambiar aquellas fichas que no corran al ritmo que necesita el partido. No nos podemos dar el lujo de tener “troncos” y “rodillones” en posiciones que son estratégicas.
Los sectores políticos deben cambiar su discurso, no solo para ayudar a que todo el país se acomode nuevamente. Siempre deberían manejar actitud propositiva, de crítica sana y no destructiva. En todos los partidos políticos aceptan que algunos de sus elementos actúen como ratas de alcantarilla. La detención domiciliaria del expresidente Uribe desató un nuevo ambiente fétido por ambos lados. La agenda noticiosa y de prioridades no puede seguir por ahí, pues eventualmente volveríamos al escenario que vivimos antes del plebiscito de refrendación del Acuerdo de Paz. Polarizado el país no llega a ningún lado.
Algunos colegas en los medios deben cambiar también y dejar atrás el veneno como prioridad para buscar rating. La imposición desde un micrófono o una cámara de su propia verdad como única y enfrascarse en posiciones de choque no es una obligación para atender a las audiencias. En el caso digital, que tristemente hoy se mide por la dictadura de los “me gusta” y las “tendencias”, es lamentable ver, por ejemplo, cómo todos los días uno o varios colegas son “tendencia” y no precisamente por una crónica o reportaje brillante. El periodista nunca debe ser la noticia ni el tema.
Los empresarios, industriales, banqueros, independientes, comerciantes y los que en nuestro país mueven el empleo y la economía, necesitan un camino mucho más despejado. La turbulencia política no deja ver el objetivo único que debe tener Colombia y que es reactivar la economía cuanto antes. A mi gusto, se están agotando algunas voces gremiales y se hace necesario que a veces los mismos voceros de las compañías salgan a los medios directamente, como lo hacen en nuestro diario La República. Si no hay equipo, perdemos el segundo tiempo. En el primer tiempo nos fuimos al camerino perdiendo y varios jugadores con amarilla. A Duque le toca, sí o sí, demostrar su capacidad de ser el líder y capitán del equipo sobre la marcha. Tampoco estaba preparado para esta situación. Hace algunos años ni él mismo tenía en su mente que iba a ser presidente a la edad que tiene.