Las estadísticas de la industria del cine en Colombia son impresionantes. Según datos de Proimágenes, en el primer semestre de 2007 se recaudaron US$38,2 millones con un total de 10,9 millones de espectadores. Para el primer semestre de 2012 la cifra asciende a US$91.2 millones con un total de 20 millones de espectadores. A pesar de la existencia de facilidades técnicas que aumentan la piratería y los sitios en internet para bajar películas, tanto legales como ilegales, la tendencia muestra que ir al cine y vivir la experiencia de una película es uno de los planes favoritos de la familia colombiana. Las principales empresas que manejan el negocio en nuestro país son Cine Colombia, Cinemark, Procinal, Royal Films y Cinépolis. Según los cálculos de Cine Colombia, las salas de Bogotá representan el 42% de los ingresos totales de la compañía, y en los últimos años se ha mantenido el promedio del precio de la boletería y se han abierto más de 50 salas afuera de la capital.
Las cifras de taquillas contrastan con el poco nivel de las producciones colombianas cuando compiten en el exterior, no sólo en los grandes festivales, sino en el mercado.
La gente en el exterior no ve películas colombianas. No hemos visto esa gran película, o “blockbuster” como dicen los norteamericanos, con la cual podríamos mostrar al mundo el gran talento que se tiene en nuestro país en aspectos como el nivel artístico y de producción. Brasil, Argentina y otros países han tenido esas películas “referentes” que rompen la tendencia y dejan huella en el público.
Según el experto en cine, Pedro Adrián Zuluaga, hay un avance con la sanción presidencial de la ley 1556 de 2012, “Por la cual se fomenta el territorio nacional como escenario para el rodaje de obras cinematográficas en Colombia”. Esta ley, promovida por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en conjunto con el Ministerio de Cultura, planea entregar recursos por encima de $1.000 millones a la industria del cine. Así, este nuevo marco abre un espacio para desarrollar la industria en el largo plazo, pues se avanza frente a la famosa Ley de Cine de 2003 que tenía unos elementos importantes para ese momento del tiempo.
Justo ayer cuando inició el LIII Festival de Cine de Cartagena, con gran expectativa por parte del público por las espectaculares producciones y la novedad de las salas digitales, el público espera que alguna de las nueve películas que se estrenan por nuestro país sea la que nos ponga al nivel de la industria internacional. Sin haberlas visto creo que no va a ser así. Estamos lejos de las grandes películas y nos falta mucho por aprender y desarrollar. Hemos tenido avances pero no significativos.
Si bien la Ley 1556 proporciona un marco importante para impulsar la industria cinematográfica en Colombia, sólo hasta que la empresa privada y los inversionistas empiecen a apoyar de manera decidida el cine nacional, tendremos a la gran película colombiana que esté a la altura, por ejemplo, de “Les Misérables”, “Amour” o “Life of Pi” nominadas para mejor película en los Premios Oscar de la Academia del próximo domingo. Tenemos el talento, nos hace falta el empujón para creernos el “video”.
Ñapa: Nadie con tres dedos de frente se cree la historia del abogado Germán Rodríguez Villamizar contratado por la ANTV para demandar una parte de la ley 1507 de 2012. Ahora salió con el cuento de que de manera autónoma y extralimitándose en su función decidió intentar sacar al ministro de la Junta de la entidad, demandando los apartes específicos de la Ley. El Consejo Superior de la Judicatura debería revisar el caso y archivar su tarjeta profesional. Alguien lo contrató y alguien le dio la instrucción. La carta enviada a medios de comunicación es abiertamente una falsedad en documento público. Ojalá no estemos nuevamente ante las mafias que tenían capturada por años a la famosa y tristemente célebre Comisión Nacional de Televisión.