El miércoles pasado en la plenaria del Senado se debía desarrollar el debate motivado por un Proyecto de Ley que busca reglamentar algunos requisitos mínimos para cirugías plásticas en el sector de la salud. La citación no se cumplió, votaron otros proyectos que ya venían represados y el debate se aplazó para el 11 de mayo. El ex alcalde de Cali Jorge Iván Ospina ha venido impulsando la iniciativa para ponerle límite a la mala práctica que se popularizó en el país con las cirugías de garaje. En algunos casos, más allá de las cuestionables instalaciones, existe un gran riesgo por médicos sin mínimos conocimientos que se requieren para la totalidad de escenarios que se pueden desarrollar dentro de una intervención quirúrgica.
En diferentes regiones del país, se volvió moda que unos médicos generalistas o con alguna otra especialidad diferente a la cirugía, viajaran a Brasil a realizar unos cursos que duran entre uno y cuatro fines de semana. Los cursos, que más parecen fines de semana turísticos, han sido ya atendidos por decenas de galenos colombianos (Ver diploma 1). Estos cuasidiplomados no se parecen en nada a las largas y costosas especializaciones que los médicos legales realizan en el campo de la cirugía plástica. La institución que los dicta ni siquiera tiene facultad de medicina formal. La mayoría de universidades serias del mundo no permiten, por ejemplo, que un estudiante ejerza la profesión mientras no termina la especialidad. Ahora en Cali, Colombia también llegó la moda de dictar este tipo de cursillos (Ver publicidad 2)
Lo más grave viene cuando los viajeros a Brasil regresan y llevan los documentos al Ministerio de Educación. Una homologación de un título de una entidad educativa del exterior puede durar hasta seis meses. El problema es que la capacidad de la oficina encargada de realizar el trámite tiene serios errores de concepción y estructura. Se parte de la buena fe del profesional que realiza la solicitud, hay falta de verificación con las instituciones internacionales, y a toda esa laxitud se suma un grupo de “tramitadores” que bien sea de afuera o dentro de la entidad logran acelerar la homologación cobrando sumas de varios ceros. En el caso puntual de médicos con “estudios” en Brasil, obtuve dos resoluciones firmadas por el ministerio. Estas homologaciones corresponden a los médicos Carlos Hernando Aguirre (ver 3) y Orlando Bernal Cáceres (ver 4)
Brasil ya han estado alertando sobre la mala práctica que se volvió recurrente. Hubo un reciente pronunciamiento sobre la irregularidad por parte del Consejo Federal de Medicina (ver doc 5). La Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica se ha cansado de ofrecer su asesoría gratuita al Ministerio de Educación para ayudar a imponer filtros mucho más rigurosos a la hora de homologar títulos. Nunca les han parado bolas. Lina Triana directora de la Sociedad considera que “todo especialista debe contar con formación de duración mínima de cuatro años de dedicación exclusiva en una Institución de educación superior médica con facultad de Medicina” La ministra Gina Parody ha sido incisiva en los temas de intervenir universidades y los problemas de programas de alimentación escolar, pero no en este. El concejal de Medellín Bernardo Alejandro Guerra también le escribió a Parody sin obtener respuesta (Ver carta 6)
Las cirugías estéticas, reconstructivas, de implantes, quemaduras y muchas otras todas tienen detalles y minucias que requieren una técnica mínima por parte de quien realiza el procedimiento. Hay pacientes que se complican en el proceso posoperatorio, y si su cirujano realmente no lo es, difícilmente se va a lograr solucionar el problema de manera adecuada. Estamos hablando de las vidas de unas personas que están en manos de otras que olímpicamente creen haber encontrado una mina de oro, por supuesto apoyados en la moda de decenas de miles que creen que necesitan una mejora en su aspecto visual. Ojo con los cirujanos fantasmas.