En una de sus intervenciones en la ciudad de Cali, la tardía presencia del Presidente Iván Duque concluyó con una declaración que fácilmente se sabía se convertiría en titular de prensa. El Gobierno ofrece ahora gratuidad en matrículas universitarias de instituciones públicas para niveles socioeconómicos 1, 2 y 3. Haciendo cuentas únicamente con el segundo semestre de 2021, el valor que va a invertir el gobierno actual es significativo y billonario. Millones de colombianos se van a ver beneficiados. El nuevo ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, cuyo nombramiento fue un gran acierto, rápidamente encontró la forma de reorganizar las cuentas estatales para garantizarle a su jefe que se podía dar el lujo de prometer semejante oferta tentadora y atractiva para la ciudadanía.
Queda entonces una gran duda, con un sabor agridulce en el mercado, la ciudadanía y los medios de comunicación. Hace pocas semanas el anterior ministro de Hacienda Carrasquilla amenazaba al país con la supuesta falta de caja, y que “solo quedaban 6 semanas de efectivo”. Esta falacia, una desagradable y fétida mentira, desbocó a los agentes del mercado financiero a pensar que nuestro país estaba en una situación “límite”. Nada de eso era cierto. Esa mentira lo debe inhabilitar moralmente hasta para dictar clases o participar como conferencista en paneles académicos.
Mucho menos debe estar presentándose como candidato para dirigir un organismo multilateral. Carrasquilla debe ser investigado por posible pánico económico, y los organismos de control deberían indagar en esos pronunciamientos sospechosos que desviaron la atención del país. Su irresponsabilidad forzó al gobierno Duque a incurrir en errores tácticos de un alto costo político.
La situación en la realidad es que su sucesor Restrepo acaba de desvirtuar la mentira de Carrasquilla en pocas horas. Si hay plata, si hay presupuesto y no era cierto que el país necesitara una reforma tributaria por cerca $30 billones. Hay múltiples formas de conseguir recursos, reorganizar cuentas, escarbar, esculcar, rebuscar y finalmente encontrar soluciones que difieren de las de subir los impuestos como el IVA a los colombianos, o poner a pagar renta a millones que hoy están exentos.
Me parece buena noticia que estemos comenzando a dedicarle recursos, tiempo y esfuerzo en buscar mejores prácticas en todo el sistema educativo. El debate de política pública de educación dejó de estar monopolizado por Fecode. Mandatarios territoriales, colegios, universidades, padres de familia y grupos de estudiantes deben propender por una educación de calidad. Nuestro país se lo merece. Hoy estamos muy lejos en estándares internacionales y hay una brecha gigante a nivel de bilingüismo.
La tecnología va a hacer que muchos jóvenes sean autodidactas. Los salones de clases, las tareas, todo va a cambiar rápidamente y de forma dramática por la pandemia. Las naciones que invierten en educación sobrepasan económicamente en el largo plazo a las que no lo hacen. Debe ser política del Estado, independiente del gobernante, tener un presupuesto cada vez más grande para educar a nuestros niños, jóvenes y profesores. Debemos enseñarles de manera explícita y vehemente lo grave que es decir mentiras, por ejemplo.