En pocas semanas, debido a la coyuntura de la invasión de Rusia a Ucrania, se han tomado decisiones cuyos efectos terminaron llegando inevitablemente a Colombia. La reunión bilateral de ayer en la tarde entre los mandatarios de Colombia y Estados Unidos se desarrolló apenas unas horas después del anuncio del bloqueo norteamericano a las importaciones de gas y petróleo rusos. Como es normal en la política, los naturales enemigos pueden cambiar de un día para otro a mejores amigos de acuerdo a las conveniencias económicas. Maduro dejó de ser el malo de la región, y pasó a convertirse en potencial aliado por conveniencia para Joe Biden. Estados Unidos buscar suplir las importaciones con el petróleo de nuestros vecinos.
Con esta jugada, adicionalmente, Biden logra neutralizar a uno de los amigos históricos de Vladímir Putin. Venezuela queda en una posición incómoda, por lo menos, cuando mantiene sus lejanos lazos con Moscú, pero ahora recibirá una especie de reivindicación política con la venta de crudo a Estados Unidos, a quien siempre señaló como la potencia opresora y aniquiladora desde la época del presidente Hugo Chávez.
Colombia queda en la posición más incómoda de todas, tal como se observó en algunos momentos de la reunión bilateral de ayer en Washington. Por más de que Duque insista en su discurso ya trasnochado e intrascendente del cerco diplomático, los intentos por legitimar a Guaidó y demás, en esta coyuntura a Estados Unidos le importa más bloquear a Putin en la región y tener la mayor cantidad de aliados, especialmente si anteriormente se exhibían como aliados rusos. ¿Seguirá la compra de armamento, aviones y demás suministros militares de Venezuela a Rusia? La misma dualidad ocurre con China y otras naciones que no quieren pelear con Rusia, o al menos pretenden mantenerse en neutralidad.
Colombia, como históricamente lo ha hecho, terminará apropiando el discurso norteamericano. Somos el mejor aliado de Estados Unidos en Suramérica. Así a algunos no les guste, especialmente a los fundamentalistas y obtusos que están enquistados en el gobierno actual, Duque optará por comenzar a suavizar el discurso y eventualmente el siguiente presidente de Colombia en pocos meses reanudará relaciones comerciales y diplomáticas con la Venezuela de Maduro. La Venezuela de Guaidó solo existe en la fantasía mental de Duque y del mismo Guaidó. Nadie más se cree eso en este momento. La compra de petróleo de Biden a Maduro lo legitima de una manera enorme.
Los amigos de mis amigos son mis amigos. Ahora Colombia, Venezuela y Estados Unidos retomarán gradualmente sus relaciones, sin desconocer que va a ser un proceso duro, contradictorio, largo y probablemente muy doloroso en la etapa final del gobierno Duque. En el marco de la relación bilateral con Estados Unidos para el mandatario colombiano es una derrota más, sumada a las derrotas que significaron las salidas del embajador Francisco Santos y de la canciller Claudia Blum, quienes tuvieron que ser reemplazados por haber hecho campaña en favor de Donald Trump. Como en la película de 1986 protagonizada por los comediantes norteamericanos Chevy Chase, Steve Martin y Martin Short, ahora Maduro, Duque y Biden probablemente se convertirán en los nuevos Three Amigos.