Departamentalización de la inversión
En las comisiones económicas del Congreso se está discutiendo la distribución del presupuesto de inversión para el 2024. El proceso está marcado por una práctica inadecuada que se podría calificar como la “departamentalización” de la inversión.
Las bancadas parlamentarias de los diferentes departamentos esperan que los recursos de inversión correspondan con sus expectativas. Y los criterios de evaluación de la pertinencia del monto asignado son de muy diversa naturaleza: el aumento de los ingresos en términos reales con respecto al año anterior; el volumen de sus recursos comparado con el departamento vecino; la relación del monto de la inversión con el PIB departamental, o con la población, o con el nivel de pobreza, etc.
Esta heterogeneidad de criterios se traduce en dispersión de recursos, y en una dificultad de priorizar inversiones estratégicas. El presupuesto de inversión no se debería departamentalizar por diversas razones.
Primero, porque los grandes proyectos nacionales no se pueden adscribir a un departamento específico. No tiene sentido afirmar que la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (Ptar) Canoas es una inversión de Cundinamarca, o que dragado del puerto de Buenaventura es del Valle, o que la conservación de Chiribiquete es de Caquetá, o del Guaviare. Estas inversiones son de carácter nacional.
Segundo, porque la departamentalización desestimula la concreción de proyectos de inversión de naturaleza regional. Más allá de las obras de alcance nacional, se deben estimular las inversiones que inciden en dos o más departamentos. De manera sencilla, un proyecto es regional si impacta más de un departamento.
Por la forma perversa como se realiza el presupuesto, una obra de infraestructura que está en el límite de dos departamentos, se considera como una inversión del departamento A en el que está localizada, y no se contempla el beneficio que ella genera para el departamento B, que es vecino.
La departamentalización del presupuesto oscurece las externalidades positivas que la inversión tiene en el departamento B. Y éste no incluye en la contabilidad de sus inversiones las obras realizadas en el departamento A.
Tercero, porque la departamentalización no favorece la concurrencia de recursos. Si el alcance de los proyectos es de orden nacional o regional, se crean condiciones propicias para buscar que haya confluencia de fuentes. Es importante que los recursos del Presupuesto General de la Nación (PGN) estén articulados al Sistema General de Participaciones (SGP), al Sistema General de Regalías (SGR), a los ingresos propios de los municipios y los departamentos.
Cuarto, porque la departamentalización ha sido un obstáculo para la consolidación de la planeación en Colombia. La dispersión de los recursos de inversión es una de las expresiones del fracaso de la planeación. Es inaceptable que un país tan rico tenga al 36% de las personas viviendo en condiciones de pobreza.
Para evitar los problemas derivados de la departamentalización, los proyectos de inversión se deberían jerarquizar de acuerdo con tres criterios. En primer lugar, las inversiones de impacto nacional. Después las que tienen incidencia regional.
Y, finalmente, las que tienen influencia local. Este categorización supone que las inversiones estratégicas de carácter nacional tienen un impacto multiplicador superior al de los proyectos aislados de corte local.