Inestabilidad financiera
A nivel internacional, los procesos monetarios y financieros se van distanciando del mundo real creando una burbuja que se va haciendo más frágil e inestable. En un informe publicado el año pasado (Horizontes 2030. La Igualdad en el Centro del Desarrollo Sostenible), la Cepal llama la atención sobre la forma como el volumen de operaciones financieras se está incrementando con respecto al PIB. En 1980 la relación entre el valor del PIB y el de los activos (y derivados) financieros era cercana a uno. En 2015 la relación era de 20 veces. El aumento exponencial de las operaciones financieras es la causa de la creciente vulnerabilidad de las economías del mundo. Con el paso del tiempo se han ido profundizando los ciclos de los activos financieros y de sus derivados, y se ha acentuado la burbuja financiera.
Este proceso se ha ido gestando desde finales de los años setenta. Las raíces de la inestabilidad financiera las analizó con cuidado Minsky en los años sesenta y setenta. Para entender el fenómeno, dice, es necesario analizar las características de las instituciones, porque el comportamiento de las finanzas “depende las relaciones institucionales, de los lazos entre los activos financieros, y de la historia de la economía”. Una de las funciones complejas del orden institucional es evitar que las dinámicas financieromonetarias se distancien de los procesos que se llevan a cabo en el mundo real. Como punto de partida de la reflexión se debe tener en cuenta que lo que es conveniente para el sector financiero no necesariamente es bueno para el conjunto de la economía.
En la publicación reciente de su Obra Selecta (Universidad Tadeo y Taurus), Salomón Kalmanovitz reproduce un artículo que escribió con Fernando Tenjo en 1986. Este texto, inspirado en Keynes y en Minsky, examina las características de la inestabilidad financiera y pone en evidencia la fragilidad por la que atravesaba la economía colombiana, al estar inmersa en un mundo financiero que se hacía cada vez más frágil. Kalmanovitz y Tenjo advertían que el panorama se oscurece cuando se presentan “innovaciones financieras que terminan por disminuir el valor de las garantías que respaldan las deudas y estas se facilitan grandemente”. Y muestran que en este proceso no solamente intervenían los bancos y los intermediarios financieros, sino que las firmas también participaban activamente en operaciones de financiación o de crédito. En aquella coyuntura “los recursos del crédito utilizados por las firmas superaron considerablemente las necesidades aparentes del sector”. Las empresas también actuaron como especuladores.
A medida que el sector financiero se tecnifica más y mejora su eficiencia, incrementa la volatilidad. El fenómeno ya había sido advertido por Hicks desde los años treinta. Y, con razón, dicen Kalmanovitz y Tenjo: “la mayor eficiencia financiera puede ser peligrosa”.
Los estudios posteriores que se han realizado en el país sobre las dinámicas industriales no han seguido esta rica veta de análisis. Y, de manera simplista, se dice que la industria colombiana no es competitiva porque los impuestos son altos. Esta manera de abordar el problema deja de lado la reflexión sistemática sobre la forma como las firmas se financian y las implicaciones que ello tiene sobre las ganancias y la productividad. La inestabilidad financiera impacta la dinámica del mundo real y puede ahogar a las empresas.