Acaba de morir Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002. En su lectura sobre la “racionalidad limitada” muestra la importancia que tienen los juicios intuitivos en el proceso de elección. Junto con Amos Tversky mostró la importancia que tiene la “heurística del juicio” en las decisiones individuales. Todas las personas nos movemos en Sistema I. Ello significa que la gran mayoría de nuestras decisiones las realizamos pensando rápido. La heurística nos lleva a tomar atajos.
Esta forma de actuar es constitutiva de la sicología humana. La reflexión pausada, el pensar despacio, es propia del Sistema II. Esta modalidad del pensamiento es menos usual que la del Sistema I. La sociedad ha creado espacios, como el monasterio y la universidad, que favorecen la reflexión en Sistema II. El desarrollo de la ciencia se mueve en Sistema II, y requiere un análisis sistemático y ordenado. Este quehacer pausado exige instituciones que favorezcan la reflexión.
Las versiones ingenuas de la economía, muy alimentas por el libro de texto, suelen afirmar que el empresario o el consumidor actúan de manera racional, como homo economicus. Esta apreciación es falsa. Para los grandes economistas, el sentimiento y la pasión juegan un papel determinante en la decisión del individuo. La relación entre economía, biología y sicología, tiene una larga tradición. Autores como Smith, Bentham, Edgeworth, Marshall, Keynes, etc., ponen en primer lugar el sentimiento.
Kahneman recupera la preocupación de Marshall por la relación de la economía con la biología. De la misma manera que los seguidores de Mahoma se inclinan en dirección de la Mecca, dice Marshall, la economía debe mirar a la biología, y no tanto a las matemáticas que sirven para explicar procesos muy sencillos, pero no son útiles para entender las complejidades del comportamiento humano.
Animados por la necesidad de comprender la acción humana, a mediados de los años 40, Von Neumann y Morgenstern proponen la Teoría de Juegos como un método apropiado para sistematizar las relaciones entre las personas. También por esos años, el principal texto de Mises, ‘La Acción Humana’, pone en evidencia los límites intrínsecos de la razón. Y Hayek destaca el “orden sensorial”, mostrando la forma como los sentimientos inciden en la decisión racional. La ciencia, dice, se construye a partir de los prejuicios de los individuos. El estudio de los límites de la razón es la obra magistral de Simon, otro premio Nobel de Economía.
Kahneman explicita los aportes de Popper y Taleb. El conocimiento, en cualquier disciplina, no puede ser ingenuo. Las afirmaciones con pretensión de universalidad no son aceptables. El futuro es incierto, y las apreciaciones subjetivas - limitadas, sesgadas y parciales - son inevitables en toda elección. Puesto que hay limitaciones intrínsecas en el proceso de conocer, la sociedad tiene que consolidar instituciones que permitan superar la miopía de los sujetos, y creen las condiciones necesarias para pensar despacio. Kahneman muestra que las dinámicas económicas están marcados por las concepciones subjetivas de los sujetos.
La teoría económica estándar le sigue temiendo a la biología y la sicología porque estas disciplinas obligan a explicitar el desequilibrio y la incertidumbre. Se niega a reconocer, con humildad, que frente al comportamiento futuro de los individuos, sencillamente, no sabemos!