La semana pasada el Departamento Nacional de Planeación (DNP) radicó en el Congreso el plan de desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, en el que se proponen cinco líneas, o transformaciones. Y en cada una se incluyen los grandes proyectos estratégicos. Las transformaciones son: i) ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental, ii) seguridad humana y justicia social, iii) derecho humano a la alimentación, iv) transformación productiva, internacionalización y acción climática, v) convergencia social y regional.
En la definición de estas estrategias, y en la cuantificación de la inversión correspondiente, el DNP superó la división sectorial. En cada una de las estrategias confluyen varios sectores. Por ejemplo, en la seguridad humana están involucrados los sectores de justicia, educación, salud, vivienda, deportes, cultura… Gracias al enfoque multisectorial fue posible definir proyectos relevantes, que buscan transformaciones estructurales. Sería ideal que esta mirada integral se mantuviera en la discusión que comienza en el Congreso. Tradicionalmente, el presupuesto se suelo aprobar fragmentando las inversiones en numerosos proyectos pequeños. La lógica parlamentaria le da prioridad a los proyectos pequeños de naturaleza local, con poco impacto regional. Desde la perspectiva electoral es más rentable la dispersión de recursos que la apuesta por inversiones de naturaleza estratégica.
En las bases del Plan de Desarrollo ya se están proponiendo proyectos relevantes con una perspectiva de mediano y largo plazo. En lugar de desmenuzar el presupuesto en proyectos pequeños desintegrados, el Congreso debería plantearse grandes retos. Algunos ejemplos ilustran estas ideas.
En materia de ordenamiento del territorio alrededor del agua, se observan carencias evidentes. Más de la mitad de los municipios del país tienen limitaciones en agua y/o saneamiento básico. Por esta razón, un proyecto estratégico debería ser la dotación de acueductos para todos los municipios del país, y la construcción de plantes de tratamiento de aguas residuales (Ptar). Un proyecto de esta naturaleza favorece a una parte considerable de la población, contribuye a la reducción de las enfermedades y mejora de manera sustantiva la calidad de vida. Los beneficios del agua potable son evidentes. El déficit en las Ptar es notorio. La mayoría de los municipios del país, comenzando por Bogotá, están contaminando los ríos.
Los costos de estas inversiones son significativos. La solución definitiva de tales problemas solamente es posible si se priorizan las inversiones. Y, obviamente, ello obliga a dejar de lado otros proyectos. No es fácil preferir y ordenar.
Otros ejemplos de proyectos estratégicos son: consolidación de la bio-diversidad de las regiones del Pacífico y la Amazonía, vías terciarias, vías férreas, transporte fluvial, modernización de la infraestructura de todas las escuelas rurales, etc. Ojalá el Congreso logre proponerle al país solamente cinco o seis grandes proyectos estratégicos. Desgraciadamente, la forma como se decide la distribución de los recursos, dificulta de manera considerable la jerarquización. Y lo usual es la dispersión de las inversiones.
La planeación obliga a ordenar las preferencias. En años anteriores este proceso no se ha llevado. Existe un poderoso indicador del fracaso de la planeación en Colombia: en las regiones ricas abundan los hogares pobres.