La renovada Junta Directiva del Banco de la República debe hoy viernes tomar una decisión de gran impacto: decidir el precio administrado más importante de la economía colombiana, la tasa de interés.
La decisión parece fácil, sin embargo, pues están dadas las condiciones y no le faltan razones a la Junta para reiniciar la baja de tasas de interés que suspendió hace ya seis meses.
La muy amplia liquidez internacional, la recuperación del precio del petróleo y la correcta administración de la creciente deuda pública en Colombia han generado calma comparativa en el sector externo y menos volatilidad en la tasa de cambio del peso, que si se mueve hoy día lo hace por la apreciación global del dólar.
La histórica recesión en ‘W’ -causada principalmente por las restricciones a la actividad- ha dejado a las empresas con una amplia capacidad para producir y competir descontando precios; el miedo a la inflación de precios no está en el horizonte.
La pérdida de ingresos, con un desempleo y desocupación como de tiempos de guerra, impedirá que vuelva pronto una mayor inflación de precios al consumidor, hoy día bajísima y cayendo. Las expectativas de inflación lo confirman: en la encuesta que el mismo Banco hace a quienes predicen la economía la mayoría coincide en que la inflación no superará el 2.8% para fin de este año.
La política del Banco está lejos de ser expansiva o acomodaticia: es contraccionista, manteniendo la presión financiera a las familias deudoras y a las empresas. La tasa de interés de política monetaria que fija la Junta está en casi 20 décimas encima de la inflación. Como si no se necesitara desde hace meses un impulso monetario y como si no preocupara la estabilidad financiera, la política monetaria hoy día contribuye al mayor riesgo de crédito.
Otro efecto de reiniciar la baja de tasas es el efecto positivo que tendría sobre el tesoro público. Una reducción de medio punto porcentual de la tasa de interés de política equivale, en un año, un menor pago de intereses de algo más de $3 billones por la Nación, monto nada despreciable para un tesoro público necesitado.
Tan conveniente sería la baja, que en la anterior reunión de la anterior y experimentada Junta, dos co-directores votaron porque se redujera el interés, en lo que habría sido una decisión sensata, prudente y conveniente.
La bien ganada credibilidad del Banco de la República, por el correcto manejo de la política monetaria en el año más difícil posible para autoridad económica alguna le da la posibilidad a la Junta de sorprender.
La única razón posible por la cual el Banco podría decidir no iniciar una nueva baja de las tasas de interés sería que la renovada junta, en su proceso de aprendizaje, siga castigando a la economía. O, tal vez, para satisfacer un prurito de independencia, que dada la postración de la economía colombiana no es sólo innecesario, sino hasta dañino.