Aprender de la crisis energética
La veloz escalada de los precios del petróleo que está acelerando la llegada de la temida crisis energética en distintas potencias, ha suscitado varios debates, entre ellos el relacionado con el radical abandono de los combustibles fósiles por parte de Gobiernos que buscan adentrarse en la generación limpia. Una discusión que desde hace años venimos liderando en Colombia.
Si bien en el mundo existe la gran urgencia de transformar el sector energético, como una de las principales estrategias en la lucha contra el cambio climático, uno de los preceptos que siempre hemos querido dejar claro en el país, es que lograr una conversión confiable y sostenible hacia las energías renovables requiere de mucho tiempo, y del respaldo de la industria petrolera.
Los desequilibrios entre la oferta y la demanda de crudo debido a la recuperación global, las interrupciones en producción, fenómenos climáticos extremos, el temor a un posible desabastecimiento, entre otros factores, han intensificado la crisis energética en varios países. El panorama es complejo toda vez que, según los datos de Bloomberg Markets, el barril de Brent, ha superado US$84, su máximo desde octubre de 2018, mientras que el WTI ha alcanzado US$81, su cota más elevada desde fines de 2014. Sin un techo a la vista, expertos estiman que se llegará a US$90 antes de finalizar el año.
La tendencia al alza en los precios de la energía en países como España, que este año ha aumentado en hasta 300%, la escasez de combustible en el Reino Unido, los apagones en China, por mencionar algunos ejemplos, tienen en vilo la economía mundial, que se verá afectada por la escasez de suministros. A este preocupante escenario hay que sumarle la llegada del próximo invierno que añade una dinámica de mayor consumo.
Los precios récord del gas natural impulsados por el agotamiento de las reservas en Europa, que según datos de Independent Commodity Intelligence Services, se cotiza ahora al equivalente de US$230 por barril, en términos de petróleo, lo que supone un aumento de más de 130% desde principios de septiembre y más de ocho veces que en el mismo punto del año pasado, confirman que para Colombia sería un error abandonar súbitamente la producción de gas natural.
En medio de este fenómeno global, que ya está afectando países vecinos como Brasil y Chile, podemos decir que Colombia mantiene condiciones favorables con embalses que alcanzan 86% de capacidad, casi el doble de los niveles de hace un año. Sin embargo, un posible retraso en la entrada de Hidroituango nos podría cambiar el panorama, por ello es imperioso seguir apostándole al desarrollo de las energías renovables y a su vez, apoyarnos en el sector petrolero, que según la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet), este año recibirá ingresos adicionales que suman entre US$2.127 millones y US$2.260 millones.
Uno de los aprendizajes, o mejor dicho, de los recordatorios que nos está dejando la actual crisis mundial es la importancia de diversificar la matriz energética, depender de un solo tipo de generación resulta totalmente inconveniente y nos expone a la vulnerabilidad. Aumentar la participación de las Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER) en Colombia de manera gradual, así como seguir potenciando los recursos de crudo y gas con el propósito de contar con energía de respaldo e ir ampliando la canasta exportadora, es crucial para evitar un desbalance y sus nefastas consecuencias. El panorama energético es cambiante, lo que hoy abunda mañana escasea, por eso debemos estar preparados para todos los escenarios.