A puertas de vivir la más dura de las pruebas, se encuentra el sector eléctrico del país tras el anuncio oficial de la llegada del fenómeno de El Niño, que realizó en días pasados, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (Noaa). Con la temporada seca arreciando, los saldos en rojo de empresas distribuidoras de energía y un gran número de proyectos renovables empantanados, el panorama de los precios resulta inquietante.
El Fenómeno de El Niño se nos vino encima y nuevamente nos sorprende desarmados, quedando expuestas las regiones del país a severas sequías que debilitan el abastecimiento de agua a la población, disminuyendo los embalses de la generación hidráulica. A medida que se genera con base en combustibles como el gas natural y el carbón, la producción se vuelve más costosa y el precio final al usuario ídem. Se estima que el costo de la generación térmica es entre cinco y 25 veces más alto que el de la hidroeléctrica.
Si bien el Gobierno Nacional y los expertos del sector han despejado las dudas sobre la posibilidad de un apagón eléctrico en Colombia, todos coinciden en que habrá nuevos incrementos. La existencia de una Bolsa de Energía hace pensar que la contratación oportuna del suministro eléctrico estabiliza precios y no somete a una amplia población de usuarios a lo que determina el mercado, pero la realidad es que las empresas que representan 35,5% de la demanda total tienen un mayor nivel de compras en el mercado spot, por lo que se encuentran a expensas de los precios de quienes producen con base en combustibles, convirtiéndose en víctimas de la especulación. Así las cosas, el planteamiento siempre ha sido que si la sequía recrudece, los contratos para atender la demanda regulada automáticamente aumentan sus precios.
La vulnerabilidad del sistema eléctrico, más allá de la facilista percepción de que todo obedece a un periodo de sequía, tiene su base en las imprevisiones de las autoridades eléctricas, la complacencia con los carteles del agua y las mafias de la hidroelectricidad. Es responsabilidad de un secular modelo centralista del sector eléctrico, frente al cual nada raro sería que tomara la excusa de la sequía para manipular llaves y compuertas con el objetivo de cerrar el mercado a sus propios intereses. El mercado energético está hoy más sensible que nunca, el asunto de los precios es lo que acentúa su vulnerabilidad y obliga a pensar en profundos replanteamientos respecto de los distintos frentes de acción.
Desde hace muchos años se han aprovechado de la coyuntura climática con precios sujetos a maniobras especulativas a través de la Bolsa Nacional de Energía, hecho que no puede ser descuidado a los ojos de la intervención oficial. No podemos permitir que este sistema susceptible a la especulación siga perjudicando a los usuarios en la escala de precios. Para nadie es sano que se tenga que negociar en bolsa a la luz de la especulación, en últimas, el gran perjudicado es el usuario residencial, especialmente el de los estratos bajos y medios.