Días de incertidumbre y especulación vivieron los habitantes del Eje Cafetero y el Suroccidente del país, por la suspensión temporal del gasoducto Mariquita - Cali debido a las anomalías térmicas presentadas en el subsuelo de la ladera del volcán Cerro Bravo, que terminó desencadenando una crisis en el suministro del gas natural y un pánico en los municipios afectados.
El desconocimiento frente al fenómeno natural presentado, alimentó la preocupación de los usuarios por el impacto económico, social, en la salud y el medio ambiente, que conllevaba la delicada situación. Al descartarse que se pudiera tratar de actividad volcánica, tal y como lo aseguró el Servicio Geológico Colombiano (SGC), y ante la ausencia de un diagnóstico oficial, las dudas no dejaron de estar presentes, siendo la nube que se mantuvo durante la emergencia.
Aunque desde el pasado jueves se anunció el restablecimiento del servicio en los municipios afectados, todavía son muchos los interrogantes que se deben resolver, entre ellos: ¿Cuáles son las causas del aumento de las temperaturas en Cerro Bravo?, ¿Si hubo o no intervención humana? ¿Qué se debe hacer para evitar que siga aumentando la temperatura?, ¿Cuáles son los riesgos futuros para las poblaciones cercanas al gasoducto?.
Una situación que ensombreció aún más el escenario, fue el hermetismo del Consejo Nacional de Operación de Gas Natural, CNO Gas, con la información y las actas de la emergencia. Pese a esto, en los últimos días, varios expertos coincidieron en que se trataba de un incendio de combustión latente, un fuego sin llamas visibles, cuya propagación es lenta y difícil de apagar. Panorama que resulta alarmante por los altos riesgos ambientales que supone y el poco conocimiento que se tiene al respecto.
Si bien se trató de un evento externo a la infraestructura de la Transportadora de Gas Internacional (TGI), que de manera preventiva, decidió suspender el servicio de transporte de gas natural por los riesgos que trae consigo el incremento de la temperatura y la emisión de gases en el suelo por el que atraviesa la tubería, en medio de la emergencia se cuestionó la lenta actuación de la empresa transportadora.
La tardía reacción de la TGI ha dejado un sinsabor y el vestigio de una actitud negligente e indolente, que resulta reprochable desde todo punto de vista. Nos preguntamos: ¿Dónde están los planes y recorridos de mantenimiento preventivo que debía realizar la empresa transportadora para anticiparse a estos eventos?, ¿Hace cuánto no se realizaban los mantenimientos de las redes de transporte de gas natural?
Ante esta actitud, es perentorio que la Superintendencia de Servicios Públicos y Domiciliarios inicie una investigación formal a la Transportadora de Gas Internacional, para que revise al detalle la ejecución de los planes de mantenimiento preventivo y la conducta que ha tenido la empresa frente a este y otros eventos.
Urge despejar las dudas que rodearon el evento, dando certezas sobre el origen, los riesgos y el desabastecimiento. Pedimos al Gobierno Nacional, a la Gestión del Riesgo de Desastres y demás entidades encargadas entregarle al país un diagnóstico claro y preciso de la emergencia, para que no se vuelva a presentar otra situación que coloque en riesgo el suministro gas natural en el Suroccidente colombiano.