La aprobación de la licencia ambiental para el proyecto de la línea de conexión eléctrica Colectora - Cuestecitas en La Guajira, se convierte en una luz en medio de las sombras que invaden la transición energética en el país.
Un trascendental avance, que garantizaría la llegada de importantes proyectos renovables a buen puerto. Pero no todo es color rosa y aún hay varios aspectos por aclarar acerca de la licencia, que deben ser subsanados cuanto antes, para que arranque la construcción del tan esperado proyecto.
Esta línea de transmisión considerada la piedra angular en el despegue de la transición, contará con un doble trazado paralelo de 114 kilómetros con 516 torres que atravesarán los municipios de Uribia, Manaure, Maicao y Albania con una potencia de transporte de 500 kV, que representan 6% de la capacidad instalada y 9,6% de la demanda máxima del país.
Se espera que el trazado del proyecto Colectora - Cuestecitas conecte a más de 20 parques solares y eólicos al Sistema Interconectado Nacional (SIN).
Solo unos días después de la aprobación de la licencia por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), la empresa Enlaza del Grupo Energía Bogotá (GEB) encargada de Colectora, anunció su inconformidad con varios aspectos claves que no fueron aprobados dentro de la licencia.
Si bien el GEB está en todo su derecho de presentar un recurso de reposición, no dejan de ser preocupante los nuevos retrasos y consecuencias que podrían suponer este contratiempo.
El otorgamiento de esta licencia gracias al esfuerzo conjunto de los ministerios de Ambiente, Interior, y de Minas y Energía, las entidades encargadas, la empresa y las comunidades en las consultas previas, podría verse empañado si no se aclara pronto el tema de los permisos que fueron negados por parte de la Anla.
Los retrasos en materia renovable, que se vienen presentando, principalmente, en los procesos de consulta previa y licenciamiento ambiental, siguen siendo la piedra en el zapato que el Gobierno no ha podido quitar. Esperemos que esta vez sea diferente y por fin despegue la obra.
Cabe recordar que el compromiso en la subasta era que los proyectos entregaran energía desde 2022, ahora en el mejor de los escenarios la línea de transmisión estaría lista en 2026, cuatro años después de lo proyectado.
Al tratarse de una megaobra clave en la transformación de la matriz energética del país, se podría producir un efecto dominó imparable sobre los proyectos renovables que dependen de Colectora para empezar a funcionar. Así las cosas, nuevos retrasos comprometerían seriamente la dinámica del sector, la oferta energética y la confiabilidad del sistema.
Confiamos en que este nuevo desafío sea superado de manera expedita y que el Grupo Energía Bogotá (GEB) inicie, tal y como lo ha prometido, las obras de la línea.
Urgen señales positivas para un sector que necesita sacar sus proyectos del atolladero en el que se encuentran por los múltiples inconvenientes en los trámites, la ineficiencia de las autoridades y la ausencia de una clara política pública.