Una esperanza para los jóvenes
Sin lugar a dudas, los principales protagonistas de las manifestaciones del Paro Nacional han sido los jóvenes, una población que merece especial atención en este proceso de búsqueda de soluciones por el que transita el país para superar la actual crisis. Esa necesidad de ser escuchados los ha llevado a insistir en la protesta cómo vía para propiciar un cambio.
Alejados de los reprochables episodios de vandalismo y violencia, miles de jóvenes han encontrado en la protesta social pacífica la manera de expresar sus inconformidades frente a la falta de oportunidades de trabajo o de estudio que desde hace años los viene afectando. La reacción colectiva que ha suscitado la manifestación entre los jóvenes es solo la punta de un gran Iceberg de problemáticas que abarca esta generación.
Aunque estas demandas no son nuevas, el estallido fue inevitable con la llegada de la pandemia, que aumentó la pobreza, los niveles de desempleo, la deserción de los estudiantes y con ello la imposibilidad de vislumbrar un mejor futuro. Las cifras oficiales reflejan el deterioro en la calidad de vida de millones de familias colombianas, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en el 2020, la pobreza monetaria en el país escaló hasta un 42,5%, es decir que dos de cada cinco personas vive en situación de pobreza.
Los duros desafíos que venían enfrentando los menores de 28 años se multiplicaron alejándolos de sus sueños. El 27% de los jóvenes en Colombia (un aproximado de 3 millones), según el Dane, son catalogados como “Ninis”, jóvenes que ni estudian, ni trabajan. Una población heterogénea en aumento, que empieza a registrar delicadas afectaciones en la salud mental y emocional, que si no se atiende de manera correcta tendrá irreversibles consecuencias.
La primera fase de la Tercera Medición de la Gran Encuesta Nacional sobre Jóvenes 2021, realizada por la Universidad del Rosario, Cifras y Conceptos y El Tiempo arrojó que: “A raíz de la coyuntura actual del paro, las emociones más dominantes que surgen en la vida de los jóvenes son tristeza, ira, miedo y frustración. Solo 5% de los jóvenes se sienten alegres”. Esta medición revela la fuerte afectación que ha dejado la actual crisis en la juventud.
Hay que reconocer la buena voluntad que ha demostrado el Gobierno Nacional con los anuncios de los nuevos planes, proyectos y programas dirigidos a los jóvenes, y los avances que se han dado con el Gran Pacto por la Juventud de Colombia. Aunque las cifras de desempleo son muy altas, estas políticas son un paso firme para empezar a resarcir la histórica deuda que tenemos con nuestros jóvenes.
Sin embargo, es necesario involucrar mucho más a los entes territoriales, así como seguir construyendo nuevas estrategias y alianzas para generar empleos en medio de la reactivación económica, sin dejar de lado los programas de formación laboral.
Más que anuncios la tarea es llevarlos a realidad, concretando sus fuentes de financiación e inversiones para que no se queden en promesas o pañitos de agua tibia.
La desconexión con la realidad de los jóvenes es la que nos ha traído hasta este punto. Escuchar sus necesidades y anhelos, integrándolos en la mesa de diálogos es fundamental para devolverle la esperanza a esta generación que ruega por tener una oportunidad que les permitan salir adelante.
Ellos deben convertirse en el epicentro de la discusión.