En los últimos días se ha desatado una fuerte polémica sobre el abastecimiento de gas natural para el suroccidente colombiano y la necesidad de disponer de una planta regasificadora en Buenaventura, que operaría con gas licuado importado, que tendría que ser transportado hasta Yumbo para lo cual se requiere la construcción de un gasoducto, entre el puerto pacífico y la ciudadela industrial del Valle del Cauca. La Unidad de Planeación Minero Energética Minero Energética (UPME) del Ministerio de Minas y Energía está empeñada en que se materialice el proyecto, mientras que los productores de gas, así como desde la academia y la política se anticipa que será un golpe incalculable a las finanzas del país, además de un mal negocio para el país que, en principio, costará más de US$1.000 millones, que terminarán pagando todos los colombianos en sus facturas de gas.
Desde hace cinco años cuando se construyó la Regasificadora de Cartagena en Barú, el Gobierno Nacional, basado en la supuesta escasez de reservas de gas, ha estado impulsando la idea de replicar la planta de Barú en Buenaventura, hasta que en octubre del año pasado la UPME abrió una convocatoria pública para seleccionar al inversionista que presente la oferta más barata para construirla, junto con el gasoducto Buenaventura-Yumbo y una planta de almacenamiento y transferencia. Veamos los argumentos de la UPME, así como de los expertos del sector gasífero, académico y político.
Según la UPME, el fenómeno del Niño puede dar lugar a que en el año de 2026 la demanda del gas por parte de las termoeléctricas no pueda ser atendida con el gas nacional, a lo cual los opositores al proyecto de la regasificadora de Buenaventura argumentan que la UPME supone que, a medida que crezca la demanda no se pueda incrementar la producción del energético en los yacimientos de la región Caribe. Por otro lado, la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas) afirma que las reservas gasíferas del país totalizan cerca de 18 veces las han sido hasta ahora han sido comercializadas, mientras que Canacol Energy (una de las mayores compañías de exploración y explotación de gas convencional que operan en Colombia) afirma que las estimaciones de la UPME, cuando considera que las reservas gasíferas con que cuenta el país son apenas suficientes para abastecer la demanda durante siete- ocho años, se refieren sólo al gas que ya está vendido: “Las reservas aumentan a medida que se van perforando más pozos, porque (a medida que) crece la demanda”; a su vez, el Presidente de Ecopetrol revela que se tienen previstas inversiones por US$400 millones para aumentar la producción en los yacimientos de gas fuera de costa (offshore).
Para actualizar y complementar la información sobre las reservas de gas natural en la región Caribe, he contado con la valiosa colaboración del ingeniero Alegrando Arango, reconocido consultor internacional en energías e infraestructura, un resumen de la cual haré a continuación.
En los campos gasíferos en tierra (onshore) de la Costa Norte desde Jobo Tablón (Departamento de Córdoba) hasta el antiguo Contrato Asociación Goajira (Bloque María Conchita) se tienen cuatro pozos nuevos que aportan reservas adicionales. Nuevos pozos perforados cerca de Barranquilla pueden llegar a probar reservas hasta por 1 terapíes (109) cúbicos, listas para poner en producción y conectarlas al denominado Gasoducto Central que transporta el gas de la Goajira hacia el interior del país. Las exploraciones offshore adelantadas a 50 millas de Arboletes (Departamento de Antioquia) han descubierto yacimientos gasíferos con reservas significativas. La información del ingeniero Arango confirma lo anunciado por Naturgas, lo que signifique que el proyecto de la planta de regasificación de Buenaventura, promovido por la UPME, podría ser otro mal negocio en que se embarca la Nación, que terminarán pagando los colombianos en sus facturas de gas, que algunos ya lo comparan con Reficar y Bioenergy. Por otro aspecto, parece improbable que la proyectada planta de regasificación de Buenaventura, con gas licuado importado del Golfo de México y/o de Canadá, vía California, o de cualquier otro país, pueda entregar gas natural en Yumbo a menos de US$15 por millón de BTU (MMBTU).
La actual planta de regasificación de Barú se justifica únicamente para ser operada durante temporadas secas cuando hay que prender las térmicas, ya que la oferta local de gas natural es deficitaria, para lo cual se requiere pagar en planta entre US $ 6 y 9,50 por millón de BTU (MMBTU), cuando en los terminales de gas licuado (LNG, por sus siglas en inglés) en el Golfo de México el precio no pasa de US$ 2,90 – 3,00 por MMBTU. De ahí la importancia para la seguridad energética del país de desarrollar nuestras propias reservas (onshore y offshore), antes de pensar en importar más LNG como los exigiría la cuestionada planta de regasificación de Buenaventura, como lo mostraré enseguida.
Pero como de lo que se trata no es sólo de criticar iniciativas, sino de proponer alternativas viables, analicemos las posibilidades que los carbones del interior del país, en especial el proyecto de gasificación de los carbones de la cuenca del Sinifaná en el Departamento de Antioquia, con abundante s reservas de carbón térmico, puede ofrecer al mercado de gas en el occidente colombiano. El citado proyecto de gasificación ha venido siendo estudiado por La Facultad de Minas de la Universidad Nacional- Sede Medellín, resumido en un documento preparado por este columnista y por el doctor Farid Cheyne, connotado docente investigador de nuestra Alma Mater. El gas de carbón (gas de síntesis) se produciría por procesos de combustión limpia y posterior metanización, en una planta gasificadora localizada en el suroeste antioqueño, a unos 40 km del valle de Aburrá y mediante un gasoducto, por construir, conectaría el gas de carbón metanizado (un producto con propiedades iguales al gas natural), en una primera etapa, con una estación de entrada (citygate) localizada en el extremo sur del valle de Aburrá, donde se concentra gran parte de la industria antioqueña. En esta forma, no sólo se abarataría el gas natural proveniente de la Región Caribe que consume la industria antioqueña y los hogares en el valle de Aburrá, sino que liberaría un volumen importante del energético para el suroccidente colombiano, a lo cual se sumarían las nuevas reservas por desarrollar en el norte del país.
Gasificación y licuación de carbones
La gasificación es un proceso que convierte el carbón en gas, denominado gas de síntesis, utilizable como combustible para la generación eléctrica, para uso directo en generación de calor para la industria y el consumo doméstico, o como materia prima para la producción de materiales carboquímicos (equivalentes a los petroquímicos), fertilizantes, combustibles líquidos e hidrógeno. El proceso de gasificación consiste en hacer pasar vapor de agua y oxígeno a través del carbón, a altas temperaturas y presiones, obteniendo como resultado monóxido carbónico e hidrógeno. Mediante la adición de catalizadores durante el proceso de gasificación se puede generar metano, producto equivalente al gas natural.
El Grupo de Investigación en Carbones e Hidrocarburos no Convencionales de la Facultad de Minas Universidad Nacional Sede Medellín ha preparado un anteproyecto de gasificación de los carbones antioqueños mediante procesos de combustión limpia (bajas emisiones de CO2), que podría llegar a ser la base para la industrialización del recurso minero requerido para atender parte de las demandas energéticas de las empresas que actualmente dependen del gas natural en el Valle de Aburrá y en el parque industrial que se está desarrollando en el municipio de Amagá (primer productor de carbón en el Departamento de Antioquia). Nuestra Alma Máter está en capacidad de adelantar un estudio de factibilidad técnico-económico y ambiental del proyecto de gasificación de carbones, que está en mora de recibir apoyos de los gobiernos departamental y nacional y/o del sector privado.