Balance flojo
Los balances preliminares son por definición rudimentarios. Bajo el entendido que tomará tiempo y una sana distancia con los eventos para una evaluación más completa, un corte de cuentas en materia económica del Gobierno Petra deja un sinsabor.
Empecemos con los aciertos. El equipo económico del Gobierno actualmente encabezado por el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla logró cerrar el déficit fiscal asociado a los precios de la gasolina. Un logro no menor. Una medida ortodoxa, pero impopular, a pesar de que dichos subsidios tienen una estructura regresiva, es decir, benefician desproporcionalmente a los hogares de mayores ingresos. Otro logro importante del equipo económico del Gobierno Petro es el apego al cumplimiento de la Regla Fiscal. El país experimenta una situación difícil en materia de recaudo tributario, con un presupuesto del Gobierno Nacional Central en buena parte inflexible y unas presiones de gasto público persistentes, todo en una coyuntura de mayores tasas de interés a nivel global. El Ministro de Hacienda y su equipo han sabido ignorar los cantos de sirena de incumplir o abandonar la Regla Fiscal. El Ministro y otros funcionarios del Gobierno merecen el crédito por aplicar una receta pragmática, evitando los sofismas distractores. El espíritu de diálogo del Ministro de Hacienda también merece un reconocimiento. Adicionalmente, vale la pena destacar que el Gobierno ha sabido visibilizar, en particular en el exterior, el potencial de la economía colombiana en la transición energética
Por otro lado, los desaciertos son múltiples. El primero, forjado en el activismo ambientalista y sordo a las razones, es la suspensión de nuevas rondas de contratos de exploración de hidrocarburos. Colombia necesita avanzar en la transición energética, pero sin los recursos y las divisas del petróleo, el avance será más lento y la meta más lejana. Los recursos para planes de mitigación frente a los efectos asociados al cambio climático también serán menores. Colombia camina hacia una pérdida de soberanía en materia energética, con una primera parada, casi inevitable, de falta de autoabastecimiento de gas, que le pasará la factura al bolsillo de los colombianos, con un encarecimiento de los servicios domiciliarios de gas y energía y una pérdida de competitividad al sector empresarial con insumos energéticos más costosos. Gracias al actual Gobierno, el gas barato será historia.
Muchos desaciertos han sido errores no forzados, si se aplica el término deportivo. La modificación del programa de subsidios de vivienda VIS, el congelamiento de los peajes, la parálisis inducida en la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), la baja ejecución presupuestal, una mala calibración de la carga al sector formal en la última reforma tributaria y de las retenciones el año pasado, así como la programación de ingresos tributarios no existentes, como el conocido caso de los litigios, son algunos ejemplos.
Resaltan también como lunares en el manejo económico los anuncios erráticos y frecuentes que, si bien no se han traducido en acciones de política, generan constante incertidumbre, así como el preocupante retroceso en materia de seguridad a lo largo y ancho del territorio. Quedan dos años, y varias tareas pendientes. Ojalá el balance a fin de mandato sea mejor.