Analistas 25/09/2025

Dólar débil

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

El dólar estadounidense atraviesa una fase de debilidad global tras varios años, si no décadas, de fortaleza sostenida. Desde el inicio de este año, la divisa se ha depreciado frente a las principales monedas fuertes y también frente a la mayoría de los emergentes. Buena parte de esta dinámica se explica por la creciente incertidumbre en torno a la política económica de Estados Unidos. El viraje hacia medidas de corte proteccionista, con el anuncio de nuevos aranceles por parte de la administración Trump -un episodio bautizado como “el día de la liberación”- marcó un punto de inflexión. Desde entonces, el dólar ha perdido cerca de 6% frente a la canasta de sus principales socios comerciales, y una proporción similar frente a otras monedas.

Aunque los efectos de esta política comercial aún no se han materializado en la economía estadounidense, los indicadores recientes reflejan señales de enfriamiento. El déficit fiscal continúa ampliándose en un contexto de bajo ahorro interno, y los mercados financieros incorporan mayores dudas sobre la capacidad de la economía más grande del mundo para sostener un crecimiento robusto sin desequilibrios crecientes. En paralelo, la Reserva Federal enfrenta un dilema complejo: mantener tasas altas para anclar expectativas inflacionarias, o recortarlas en busca de evitar un aterrizaje más severo. Las presiones de la administración Trump para que la autoridad monetaria adopte un recorte de tasas más audaz añaden un componente político a una decisión ya compleja en lo técnico. Esta coyuntura ha reducido el atractivo relativo de los activos denominados en dólares.

Por ahora, hemos visto un reacomodo en los flujos de capital. Los inversionistas globales han buscado alternativas en otras monedas y mercados emergentes, beneficiando especialmente a aquellas economías con fundamentos externos más sólidos. En América Latina, países con cuentas corrientes más equilibradas y bancos centrales creíbles han recibido entradas netas de portafolio que fortalecen sus monedas. Sin embargo, el escenario no está exento de riesgos: una corrección abrupta en el apetito por riesgo podría revertir parcialmente esta tendencia.

En el caso colombiano, la dinámica cambiaria también ha sorprendido. Pese a las dudas internas sobre sostenibilidad fiscal, tensiones institucionales y un incierto panorama electoral, el peso se ha valorizado alrededor de 13% en lo corrido del año. Esta apreciación responde en buena medida a factores externos: la debilidad estructural del dólar, los altos precios de materias primas estratégicas para el país y la búsqueda de rendimientos en mercados emergentes. A ello se suma el diferencial de tasas de interés, todavía atractivo frente a otras jurisdicciones, y las operaciones de deuda por parte del Ministerio de Hacienda, que han generado un influjo de divisas.

Sin embargo, la fortaleza del peso no necesariamente refleja mejoras en los fundamentos locales. Por el contrario, el país enfrenta un panorama de consolidación fiscal incierta, rezagos en inversión y una productividad estancada. El riesgo es interpretar esta apreciación como una señal de confianza interna, cuando en realidad obedece en gran medida a un contexto internacional que favorece a los emergentes y a un mayor endeudamiento en moneda extranjera del Ministerio de Hacienda. No obstante, y por el momento, nada sugiere que veamos un dólar fuerte en el corto plazo.

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