Inflación tormenta perfecta
Los resultados de las últimas encuestas a los analistas económicos muestran que se espera que la inflación cierre este año cerca al 5,3%. Para finales de 2022, los sondeos revelan un aumento gradual de las expectativas de inflación bordeando 4%, lo que implicaría el incumplimiento de la meta puntual del 3% del Banco de la República por segundo año consecutivo. El equipo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana anticipaba una inflación superior al 4% para 2022, antes de que se conociera la noticia del incremento del salario mínimo.
La tormenta inflacionaria se empezó a fraguar desde comienzos del año con un aumento importante de los fletes a nivel internacional. Inicialmente se conjeturaba una reducción en el costo de transporte marítimo durante el segundo semestre del año, pero los brotes esporádicos de covid-19, en particular en Asia, y una recuperación del comercio global mucho más vigorosa a la inicialmente vaticinada, terminaron generando un aumento marginal al alza, y no una corrección en los precios de los contenedores. A los fletes, se le sumaron disrupciones puntuales en proceso neurálgicos en la cadena global de valores, como la escasez de microprocesadores, y cuellos de botellas en puertos, centros de distribución, y aumentos de tiempos de espera en mar y en tierra.
Los precios de los energéticos se sumaron al ya preocupante panorama, no solo como resultado del rebote de la demanda global sino como manifestación de los costos de la transición energética, en particular en Europa, donde el gas y el carbón volvieron a ser protagonistas de la matriz energética, dado el rezago en la entrada en operación de fuentes renovable. Con los precios de los energéticos en niveles prepandemia, fertilizantes y otros insumos también se dispararon este año, generando al unísono un aumento de los precios agrícolas y de los alimentos. El precio de la carne es un ejemplo de tantos.
Muchos analistas apuntan a que buena parte de estas fuerzas inflacionarias irán cediendo gradualmente en 2022, en la medida que la economía global retorne a tasas de crecimiento más normales, e incluso veamos algunas economías en recesión.
En nuestro país, la inflación tuvo un empujón inicial por los paros y bloqueos de mayo, y luego algo de moderación como resultado de los días sin IVA y de los artificiales bajos precios de los combustibles, fruto de los subsidios que este año le pueden costar al Gobierno unos 11 billones de pesos - una reforma tributaria. No obstante, las cifras de noviembre ya reflejan una inflación en ascenso firme. A esta fogata, se le añade la gasolina del aumento del salario mínimo ligeramente superior al 10%, que no solo tendrá un efecto inflacionario vía demanda, sino que afectará adversamente la estructura de costos de las empresas, que ya venía con presiones por el alza de precios de materias primas, la devaluación del peso y los costos logísticos. Son pocos los trabajadores del país que se beneficiarán plenamente del aumento del salario mínimo: aproximadamente 3%. No obstante, en la medida que haya una presión en la estructura salarial, es de esperar que algunos precios aumenten, en particular en el sector de alojamientos, servicios de comida, comercio al por menor e industria. En este escenario es probable que veamos una inflación por encima del 6% durante el primer trimestre de 2022.