Inflación y tasas
La semana pasada la Junta Directiva del Banco de la República decidió aumentar la tasa de interés de política monetaria en 50 puntos básicos a un nivel de 2,5%, con una votación dividida 5-2. Si bien esta decisión no tomó completamente por sorpresa al mercado- el equipo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana anticipaba un incremento de esta magnitud-, un número importante de analistas esperaban un aumento de solo 25 puntos básicos.
Dicha decisión estuvo acompañada por una revisión de las proyecciones del equipo técnico del Banco de la República que ahora ve la inflación cerrando este año en 4,9%, y el próximo en 3,6%. Las nuevas proyecciones también son más optimistas en materia de crecimiento, con una proyección de crecimiento de 9,8% para 2021 y de 4,7% para 2022.
Con estas nuevas proyecciones, la brecha del producto -la diferencia entre el PIB y su nivel potencial- ya no se cerraría durante el primer semestre de 2023, como anticipaba el informe de política monetaria de julio, sino en algún momento del segundo trimestre del próximo año.
Bajo este nuevo escenario es previsible que la decisión por parte del Banco de la República en diciembre sea de un nuevo aumento de 50 puntos básicos, con lo cual la tasa de corto plazo cerraría el año en un nivel de 3%. La velocidad de ajuste para el próximo año dependerá de muchos factores.
Uno de ellos tiene que ver con los datos de inflación de los próximos meses y su efecto sobre los aumentos de precios en 2022. En particular es preocupante que una aceleración de la inflación en los próximos meses, resultante de varios fenómenos de naturaleza transitoria, se propague y amplifique por cuenta de un incremento significativo del salario mínimo y de los otros precios, como el de los arriendos, que son susceptibles a indexarse a los niveles de inflación de fin de año.
La inercia de la inflación resultante de los mecanismos de indexación y la persistencia del choque inflacionario como consecuencia del aumento de los precios de los fletes, la disrupción en las cadenas logísticas causadas por la pandemia, los cambios en el poder de negociación de los principales jugadores en transporte y distribución de bienes y materias primas, así como el aumento de precios de la energía y combustibles, serán claves para determinar la velocidad de reacción del Banco de la República en 2022.
Otro factor relevante en la senda de tasas de política para el próximo año tiene que ver con la capacidad de la economía colombiana de crecer más allá del actual rebote y de la capacidad del mercado laboral de recuperar los niveles de empleo pre-pandemia. Las perspectivas para lo que resta del año son favorables, pero la incertidumbre en 2022 no es menor, en particular de cara al calendario electoral durante el primer semestre.
Finalmente, dado que el choque inflacionario a nivel global ha sido más pronunciado y persistente de lo esperado, el mercado ya empieza a discutir la posibilidad de que la Reserva Federal anticipe el incremento de tasas al segundo semestre de 2022, y no en 2023 como se preveía.
En este contexto de incertidumbre en varios frentes resulta complejo anticipar la velocidad y el alcance del proceso de normalización de tasas de interés de política monetaria en nuestro país, pero es probable que veamos tasas de corto plazo en niveles cercanos a 4,5% hacia mediados del próximo año.