La banca pospandemia
Los bancos salieron relativamente bien librados de la pandemia. El Programa de Acompañamiento a Deudores, así como otras medidas regulatorias y de liquidez implementadas durante la crisis del covid-19, les permitió a las entidades de crédito navegar la mayor caída en actividad económica de la historia de Colombia. A diferencia de la crisis de 1999, esta vez la banca no fue parte del problema, sino de la solución. La crisis de finales de siglo pasado dejó lecciones importantes en términos de gestión de riesgos y políticas prudenciales. La regulación bancaria a nivel global también se fortaleció después de la crisis financiera en 2008. Basilea III, que llegó al país en 2012, mejoró la robustez del sistema financiero, fortaleciendo el capital de los establecimientos de crédito, mejorando los indicadores de liquidez y perfeccionando el tratamiento del riesgo operativo, entre otros.
El año pasado, los bancos acompañaron el extraordinario repunte de la economía colombiana, impulsado por un mayor gasto de las familias, en parte apalancando por crédito de consumo. Sin embargo, con el aumento de las tasas de interés, en respuesta al choque inflacionario, tanto los consumidores como las empresas y las instituciones de crédito experimentaron un freno repentino. Algunos países de la región, que comenzaron tempranamente el incremento en tasas de interés, ya han empezado a tener sus primeros recortes. En Colombia, el panorama es más incierto, pero es probable que, hacia finales del año y con cifras de inflación más bajas, el Banco de la República también se una al grupo de países con tasas en descenso.
Un ciclo de tasas de interés a la baja brindará un alivio tanto a los consumidores como a las firmas, lo que podría resultar en una recuperación del crédito. En un posible nuevo ciclo crediticio, el elemento de mayor competencia impulsado por la tecnología jugará un papel crucial en el análisis del mercado. Además, los desafíos en materia de ciberseguridad seguirán en aumento a medida que los avances tecnológicos abran las puertas a nuevas formas delictivas.
La regulación bancaria frente al tema de fondeo bancario con depósitos de mayores plazos y menos concentrados representa un reto en países como el nuestro, donde buena parte de la economía es informal y la tasa de ahorro es baja. En los países desarrollados estas fuentes de fondeo bancario son abundantes, ya que las personas ahorran a través de instrumentos financieros formales. Este año, la banca colombiana ha sentido un apretón monetario adicional como resultado de la adopción de dicha regulación. Recientemente, la Superintendencia Financiera anunció cambios paramétricos en esta materia, lo que ha proporcionado a los bancos un mayor margen de maniobra. No obstante, la discusión del papel de la banca en la financiación de proyectos de inversión de largo plazo continuará en la agenda. En Colombia, al igual que en otros países de la región, preocupa la intención de reducir el ahorro pensional, que tiene vocación de largo plazo. En mi última columna advertí de las preocupantes cifras de inversión en lo corrido de 2023. Modelos regulatorios más estrictos, combinados con un menor ahorro de largo plazo, podrían limitar la capacidad de las entidades de crédito, y de la economía, para financiar proyectos de inversión de largo plazo. Una banca que se dedique únicamente a financiar consumo, le prestaría un servicio cojo a la actividad privada.