Reabrir por edades
Tras el anuncio de los detalles de la extensión de la cuarentena hasta el 25 de mayo, vale la pena preguntarse si existen formas más inteligentes de acelerar la reapertura económica del país. La discusión hasta ahora ha sido primordialmente de naturaleza sectorial. Esto tiene sentido en la medida que hay sectores económicos vitales, que no pueden parar, y otros que conllevan más riesgos. Esta discusión, no obstante, ha ignorado en buena parte un hecho que parece ser cada día más robusto: la tasa de mortalidad asociada al covid-19 es más alta para personas de edad avanzada y relativamente baja para los más jóvenes.
De acuerdo con Imperial College London la tasa de mortalidad asociada al covid-19 es inferior a 0,15% para las personas menores de 50 años, no muy superior a la tasa mortalidad promedio de la gripe estacional. La misma fuente sugiere que la tasa de mortalidad para las personas entre 60 y 69 es de 2,2% y para edades entre 70 y 79 es 5,1%, es decir 15 y 34 veces, respectivamente, superior a la de la población más joven.
La experiencia de algunos países sugiere lo mismo. Con datos al 26 de abril, Corea del Sur contaba con 10.728 casos de contagio y 242 muertes. De esas 242 fatalidades, solo cinco fueron de personas menores de 50 años, 2,1% del total. Al 5 de mayo, Alemania tenía 63.860 casos de coronavirus y 6.692 muertos, pero solo 71 decesos de personas de menores de 50 años, equivalente a 1,06%. Suecia, un país que ha tenido un nivel de restricciones económicas mucho menor a la de sus vecinos, tenía 22.721 casos confirmados de contagio y 2.769 muertes al 4 de mayo, pero solo 45 defunciones de personas menores de 50 años, es decir 1,6% del total.
Varios artículos recientes de reconocidos economistas simulan la reapertura de una economía bajo restricciones por edades. De estos trabajos se desprende que reabrir la economía manteniendo las restricciones para las personas más adultas (mayores de 60 o, incluso para el caso más restrictivo, de 50), no solo ayuda a mitigar la caída abrupta de ingresos y empleo, sino reduce potencialmente la mortalidad en el mediano plazo. Estos trabajos y las cifras que menciono sugieren que vale la pena contemplar la idea.
Es claro que la edad no es el único factor de riesgo, y enfermedades preexistentes como diabetes, cáncer, hipertensión o enfermedades cardiovasculares exponen a personas jóvenes a un mayor riesgo de muerte por coronavirus. Del total de 6.839 fatalidades en Nueva York al 14 de abril, 312 casos fueron de personas menores de 44 años, de las cuales 247 tenían enfermedades preexistentes. En Colombia, de los 378 fallecidos con cifras al pasado martes, 58 han sido de personas menores de 50 años. Este porcentaje, mayor al de otros países, sugiere que la medida de confinamiento de adultos mayores ha sido efectiva y que una buena fracción de las defunciones quizás se deba a complicaciones asociadas con enfermedades prexistentes.
Reabrir la economía por edades de una forma efectiva y segura implicaría tener restricciones para jóvenes con enfermedades prexistentes y que convivan con adultos mayores, para evitar contagios a la población de mayor riesgo. Permitir que muchos trabajadores colombianos sanos menores de 50 años, vuelvan a trabajar, con las precauciones necesarias, podría ayudar a acelerar la reactivación de la economía y de los ingresos de muchas familias.