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Deuda en francos suizos: jugada riesgosa, beneficio incierto

José Manuel Restrepo Abondano José Miguel Santamaría Uribe

*En colaboración con José Miguel Santamaria Uribe, analista económico

Desde hace días circula un rumor inquietante: la Dirección de Crédito Público estaría estructurando una operación en francos suizos con el supuesto objetivo de reducir el costo de la deuda pública. La lógica superficial parece atractiva: las tasas en Suiza están en terreno negativo o cercano a cero, por lo que transformar deuda interna en pesos a deuda en francos, mediante un “swap”, abarataría los intereses. El solo rumor ha provocado una caída de cerca de 50 puntos básicos en los TES. Pero detrás de esta aparente eficiencia hay decisiones profundamente cuestionables, riesgosas y poco transparentes.

Para comenzar, lo poco que se conoce de la operación revela serias inconsistencias. Se estarían entregando títulos TES a 10 años para transformarlos en una obligación en francos suizos a un año. Es decir, se reduce drásticamente la duración de la deuda pública, justo cuando lo que necesita el país es alargar plazos y ganar previsibilidad en su perfil fiscal. El mismo Ministerio ha realizado este año cuatro swaps internos buscando precisamente ese objetivo ¿Por qué deshacer esa lógica de consolidación por una estrategia de corto plazo?

El segundo problema, aún más grave, es que esta operación equivale a una especulación en divisas disfrazada de eficiencia financiera. Convertir deuda en pesos a francos suizos expone al país a volatilidad cambiaria sin que se conozcan detalles de las coberturas o seguros que mitiguen ese riesgo ¿Quién garantiza que en un año el tipo de cambio no revierta la ganancia aparente y convierta el ahorro en un sobrecosto? ¿Se está valorando adecuadamente el riesgo país, la inflación interna y el comportamiento externo del franco?

Además, con esta maniobra se traslada un riesgo enorme al próximo Gobierno. En lugar de consolidar un perfil de deuda robusto y previsible, se dejaría una obligación de corto plazo altamente expuesta al vaivén de los mercados internacionales. Se repite así un patrón peligroso: maximizar el alivio inmediato sacrificando la estabilidad futura. Es la versión moderna de “patear el balón fiscal hacia adelante” o de “pan para hoy y hambre para mañana”.

Tampoco es menor el incentivo que esta operación genera para ciertos agentes del mercado. Muchos la aplauden, no por sus méritos técnicos o su aporte a la sostenibilidad macroeconómica, sino por las oportunidades que representa para cobrar comisiones, hacer arbitraje y generar negociaciones de alto volumen. Como se dice en el mundo financiero: “todos comen”. Pero mientras unos comen, otros (los contribuyentes del futuro) terminan pagando.

La Dirección de Crédito Público no está para jugar al “carry trade” ni para improvisar maniobras de ingeniería financiera que comprometan la credibilidad fiscal del país. Su rol debe ser el de garante de estabilidad, no el de apostador de corto plazo. Operaciones como esta pueden dar réditos momentáneos, pero su costo potencial es alto y su transparencia, baja. No es con especulación que se construye confianza y la confianza es certidumbre y crecimiento.

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