No hay por qué celebrar
Los resultados de las elecciones en primera vuelta solo nos pueden dejar una conclusión, es irrefutable que la sociedad está pidiendo a gritos un cambio en la forma en la cual se está y se ha dirigido al país, es innegable que la votación que se dio, es un voto de castigo para todos aquellos que hemos hecho parte del aparato estatal y hemos participado de la formulación de las políticas públicas. Perdió el establecimiento, perdió el continuismo y perdió Colombia.
El establecimiento no supo oír el descontento social y los reclamos en su mayoría válidos frente a la inequidad de nuestra sociedad y de los privilegios excesivos donde unos pocos obtienen los mejores réditos. De nada sirvió el esfuerzo para combatir de forma exitosa la pandemia que nos azotó, la población no le reconoce al Estado sus inmensos esfuerzos y avances en mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Tampoco es visible el esfuerzo y la responsabilidad con la que se ha manejado la economía, no es importante que siempre se haya honrado nuestra deuda, ni no haber padecido fenómenos de hiperinflación. Poco importa tener una institucionalidad sólida, democrática y respetuosa de las diferencias.
Perdió Colombia, porque si bien ganó la democracia, decidimos lanzarnos al vacío al elegir las opciones más extremas. Escogimos optar por el populismo, por algunas promesas falsas y cantos de sirena, a sabiendas de que estamos poniendo mucho en riesgo, sobre todo lo que con tanto esfuerzo hemos alcanzado como país, sin que nos importen las consecuencias.
Este populismo ha jugado con nuestro ideario de vida. Nos llenaron de odio y de inconformismo, alimentaron la rabia en y por la sociedad, nos hicieron desconocer las cosas buenas de nuestro pasado como país. Se nos olvida cuando estallaban las bombas en las ciudades, cuando era imposible transitar por las carreteras, desconocemos que la mayoría de ciudades no contaban con servicio de luz las 24 horas y hoy ese servicio se da por descontado, negamos que el acceso a la salud era un privilegio de muy pocos, y hoy tenemos cobertura universal.
Salen de un lado y del otro a proclamarse victoriosos, unos dicen que derrotaron el Uribismo ya que la gran mayoría votó por el cambio, otros dicen que el país decidió no dar un salto hacia las corrientes de izquierda anti-empresa que pone en riesgo la inversión privada. No se dan cuenta que se dividió más al país, que la decisión que tomamos nos afecta a todos y cada uno de nosotros. Preocupa que el ahorro pensional de nuestros trabajadores esté en riesgo, que se amenace la salud de los colombianos. Con las propuestas económicas planteadas por los candidatos, hoy finalistas, la única consecuencia es el aumento del costo de vida, sustituir el IVA por un impuesto al consumo, generará un efecto cascada en el que se trasladarán los costos pagados y aumentará el valor final de los bienes a consumir, así como también, restringir las importaciones hará más costosos los productos.
Pierden los más de 1,3 millones de personas que hoy son funcionarios públicos y todos aquellos que hemos dedicado nuestro esfuerzo a trabajar por el país, a quienes nos han llamado corruptos sin ningún rubor. No se deben hacer estas generalizaciones y agresiones hacia las personas que han servido honestamente al país.
Perdieron los empresarios y los gremios que siendo los grandes empleadores del país y quienes generan la inversión y transforman la sociedad al dotarnos de bienes y servicios, hoy son vistos como enemigos y opresores de la población, pierden al no saber mostrarle a sus trabajadores el inmenso esfuerzo que hacen en generar oportunidades que se traducen en empleo y calidad de vida, así como en la cantidad de impuestos que pagan, con los cuales contribuyen a financiar el Estado para que nos dote de los bienes públicos que necesitamos. No todo es culpa del establecimiento, como ciudadanos también debemos reflexionar acerca de qué estamos haciendo mal y cuál es nuestra responsabilidad que nos llevó a tomar la decisión de saltar al vacío.