Analistas 29/10/2022

Toros, libertades y propiedad

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

Por estos días se está debatiendo en el Congreso de la República la prohibición de las corridas de toros, las corralejas y las peleas de gallos. El gobierno del cambio, que dice defender las libertades individuales, respetar a las minorías, reconocer la diversidad y que firmó en notaría que respetaría la propiedad privada, de tajo está actuando y violentando todo lo que aseguró defender.

Como dato histórico podemos encontrar que el 29 de julio de 1810, tan solo 9 días después del grito de independencia, el primer gobierno republicano de nuestra historia para conmemorar nuestra condición de autogobernarnos y reconocer nuestras libertades decidió celebrar una corrida de toros. La tauromaquia está ligada a nuestra cultura y hace parte de la identidad que como Nación debemos proteger, o por lo menos, respetar.

Hablar de libertad implica respetar la diferencia, entender y tolerar las expresiones y comportamientos así no se compartan, hablar de respeto frente al que piensa igual que uno, no representa ningún valor. Admiración merece quien estando desde la otra orilla tenga la grandeza de aceptar al que piensa distinto. Ser liberal no significa imponer una visión de la vida en la que se es dueño de la verdad.

Nuestro Estado, gobernantes, legisladores y jueces actúan de manera absolutamente inconsistente. Por un lado, reconoce los derechos de las mujeres a decidir sobre la maternidad, situación que aplaudo, igualmente, promueven la legalización de las drogas y la libre determinación de las personas, pero acto seguido, contrariando un sinnúmero de postulados de nuestra carta política entre los que se encuentran la libertad en toda su esencia, el libre desarrollo de la personalidad, la libertad de expresión, el derecho al trabajo y a elegir profesión u oficio, atenta contra la diversidad cultural, promueve la prohibición de estas actividades y de un plumazo acaba con todo a su alrededor. Un Estado que se vuelve cada día más represivo y dogmático decide inmiscuirse incluso en la dieta de las personas e impone qué es lo que deben o no deben comer, proponiendo los llamados impuestos saludables que afectan, adicionalmente, a las personas de menores ingresos. Que despropósito.

Si el Estado decide proscribir una actividad y determina que las corridas de toros no se pueden realizar, lo que realmente está configurando, es una expropiación y en nuestro país no puede existir esta figura sin la correspondiente indemnización. ¿Va el Estado a expropiar a los ganaderos, les va a pagar unos animales que su único fin y razón de existir es la lidia, va a pagarles sus tierras dado que las tenía para tal fin, va a prohibirle a los toreros, novilleros, subalternos, banderilleros y alguaciles, desarrollar su profesión y los va a obligar a desempeñar otras actividades y pagarles lo que dejan de percibir?

Es lo mismo que está pasando con la reforma tributaria en la cual se pretende expropiar a todo el sector de hidrocarburos y minería de carbón. La imposición de tributos de manera desproporcionada que hacen inviables las inversiones al acabar con el retorno de esta, es una manera de acabar con un sector de manera indirecta o mejor dicho disfrazada. Los toros y los hidrocarburos serán expropiados sin el menor asomo de vergüenza. En momentos en los que la necesidad de recursos es tan alta no es ético gastar recursos cuantiosos en cumplir los caprichos de personas que no entienden el real amor por los animales y que quieren imponer su visión del mundo autodenominándose progresistas e incluyentes.

Condenar a la extinción a una raza de ganado, por 20 minutos de sufrimiento en una plaza, es el mayor acto de crueldad que se pueda realizar en nombre del bienestar animal, la distorsión entre el hombre de ciudad y la naturaleza es tan grande que nuestro congreso ya legisla para animales que hablan y razonan, pues quiere otorgarle derechos equiparables a los de las personas, ya solo falta que mi perro tenga derecho al voto. Salgamos de esta locura de querer imponer visiones y que si son contrarias a las del Gobierno, estigmatizarlo, legislarlo y prohibirlo todo.

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